Monday, April 16, 2012

Siete años de purificación

Benedicto XVI fue elegido sumo pontífice el 19 de abril de 2005. Es el momento de hacer el primer balance para el sucesor de Juan Pablo II

GIACOMO GALEAZZI
CIUDAD DEL VATICANO


«La peor persecución para la Iglesia es el pecado dentro de ella». En el vuelo hacia Fátima, es suficiente una frase a Benedicto XVI para hacer desaparecer teorías autoabsolutorias y que hablan de complots sobre escándalos y plagas eclesiásticas. Una frase que se ha convertido en el manifiesto del pontificado de la «purificación». Tres fechas determinan el límite de la posible evaluación: octogésimo quinto cumpleaños el lunes 16, el séptimo aniversario de su elección a como sucesor del apóstol Pedro el jueves 19, y el del solemne inicio del pontificado el martes 24. Nadie había hecho tanto como Joseph Ratzinger contra los abusos sexuales del clero y los escándalos financieros de la Curia Romana. Ha reducido al silencio al pederasta padre Marcial Maciel y ha intervenido su congregación religiosa (los Legionarios de Cristo), ha instituido una autoridad para controlar el «sacro business», ha obligado a dimitir a decenas de obispos de todo el mundo que encubrían a los sacerdotes pederastas. Un teólogo que, convertido en Papa, asume con determinación las funciones de reformador.

Pero que en el gobierno cotidiano en la Iglesia no pierde nunca de vista el objetivo: volver a colocar la fe en Cristo en el centro de la vida de la Iglesia y del hombre secularizado. Reforzada la Iglesia con una firme lucha contra la pederastia y con la reforma financiera que están comenzando a dar sus frutos, Joseph Ratzinger se está concentrando en otra importante aventura: una reflexión sobre el Concilio Vaticano II, que anime el Año de la Fe y ponga en marcha una nueva estación para el cristianismo y la Iglesia católica en el mundo.

La línea ratzingeriana es cada vez más la de la transparencia, dispuesta, si es necesario, a promover una investigación interna, como se ha hecho para descubrir a los culpables de la difusión de documentos reservados sobre las críticas del actual nuncio en Washington, el arzobispo Viganó, a la gestión del Gobernatorado. Cuando era cardenal, Joseph Ratzinger no se preocupó nunca ni he construir intrigas ni de construirse una base de poder, no mostró interés por influenciar grupos de opinión dentro y fuera de la Iglesia. Como Papa ha tenido obligatoriamente que hacer cuentas con los contragolpes de las actitudes que nunca compartió, pero no cambia su objetivo: vivir el cristianismo y comunicarlo a los hombres.

Empezando por los jóvenes. Y en la relación con las nuevas generaciones le han seguramente ayudado las experiencias con los grupos juveniles en la primera parroquia en la que prestó servicio cuando era un joven sacerdote, en Munich en agosto de 1951 y en el otoño de 1952 en el seminario de Freising. Como profesor en Tubinga, desde 1966, acostumbraba a invitar a comer con él a los alumnos, algunos de los cuales le habían regalado una bicicleta usada y comprada en una subasta para ir a la universidad desde su casa cerca del lago Aasee. «Pienso de manera particular en los jóvenes:seguiré dialogando, escuchando vuestras expectativas, para ayudaros a encontrar cada vez más profundamente a Cristo», dijo el papa Ratzinger en su primer discurso público hace casi siete años.

Cierto, no faltan obstáculos. El pensamiento teológico y pastoral de Benedicto XVI «están expuestos continuamente a graves malentendidos», a «críticas y prejuicios»,contra los cuales actualmente «es un deber urgente» presentar la «verdadera fisionomía» de su magisterio, admite el cardenal Kart Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, en el prefacio de su libro «El misterio del grano de mostaza. Bases del pensamiento teológico de Benedicto XVI» que será presentado precisamente en el día del 85 cumpleaños del Pontífice, en el Centro Internacional de Roma. El cardenal Koch pone en particular el acento en una "crítica profunda y a menudo repetida». Y es decir que "Benedicto XVI ha implantado una marcha atrás y quiere volver como antes del Concilio Vaticano II». La experiencia conciliar de Joseph Ratzinger queda aclarada realmente por su hermano Georg en «Mi hermano el Papa», escrito con Michel Hesemann.


De la narración del hermano, que resume las reuniones que los obispos de Austria y Alemania mantenían durante el Vaticano II en el seminario de Santa María del Alma, se comprende mejor el papel de Ratzinger como experto en el Concilio, emerge de nuevo el clima de esa gran estación de la Iglesia y con claridad la contraposición entre el arzobispo de Colonia Frings y el cardenal Ottaviani, que como prefecto de entonces Santo Oficio y presidente de la comisión teológica, hizo de todo para obstaculizar las reformas. Joseph Ratzinger, como un joven teólogo, hizo el «ghostwriter» para el cardenal Joseph Frings que jugó un papel sobresaliente en el Concilio Vaticano II. Y escribió para el cardenal una relación precisamente sobre el Concilio que a los oyentes les parecióun programa teológico para las reuniones católicas convocadas por Juan XXIII. Ahora, medio siglo más tarde, será él, como Papa, a guiar la reflexión sobre los frutos y los retos de dicho Concilio.


Vatican Insider

No comments: