Tuesday, April 10, 2012

Vaticano atómico. Se desvanece la "santa alianza" contra la energía nuclear

Los obispos de Japón son categóricos: «Seguimos las indicaciones de la Santa Sede y por lo tanto en cuanto a la energía nuclear seguimos siendo neutrales»

GIACOMO GALEAZZI
CIUDAD DEL VATICANO



En el aniversario del desastre de Fukushima tenía que nacer en Japón una «internacional antinuclear» entre los credos.

Y no se ha hecho porque, a deferencia de las otras religiones, la Iglesia católica japonesa no se ha sumado a las manifestaciones contra la energía nuclear en Taipei, Taichung y Kaohsiung. El primer aniversario del terremoto que provocó la catástrofe atómica tenía que transformarse en una especie de «Asís ecologista» para empujar al gobierno japonés a abandonar completamente los programas nucleares, a cerrar las tres centrales en funcionamiento y a bloquear la construcción de la cuarta. Casi setenta denominaciones y confesiones se han sumado al llamamiento lanzado por los organizadores, coordinados por la religiosa budista Shih Chao-hwei. La conferencia episcopal y las congregaciones católicas se negaron a unir sus voces a la movilización contra la energía nuclear. La Iglesia de Japón sigue las orientaciones que en esta materia da la Santa Sede y explica que el Vaticano pide a los obispos que mantengan una posición neutral respecto a la energía nuclear.

El párrafo 470 del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, sobre la cuestión energética, invita a la comunidad científica a «continuar» con el triple compromiso de identificar nuevas fuentes energéticas, desarrollar las alternativas y alzar los niveles de seguridad de la energía nuclear. «La conferencia episcopal no tiene nada en contrario si algunos representantes del clero y fieles católicos se suman a título personal a iniciativas y protestas contra la energía nuclear», señala un portavoz de los obispos japoneses. «La energía nuclear es un derecho inalienable para el desarrollo económico y social», ha recordado monseñor Giampaolo Crepaldi, arzobispo de Trieste y exsecretario del Pontificio Consejo Justicia y Paz en el convenio organizado por la Società Gestione Impianti Nucleari (SOGIN).

Por otra parte, la Santa Sede se encuentra entre los fundadores del organismo de la ONU para la energía nuclear (OIEA) para «promover el bien común», siguiendo de cerca «el proceso de desarme y no proliferación nuclear y la investigación de las posibles aplicaciones pacíficas de la tecnología nuclear». Garantizada la seguridad de las instalaciones y de los depósitos, dotadas de reglas severas la producción, la distribución y el comercio de energía nuclear, me parece que se dan los presupuestos para una política energética integrada, que contemple por lo tanto junto a formas de energía limpia, también la energía nuclear.

La Doctrina Social de la Iglesia, ha subrayado monseñor Crepaldi, introduce la energía nuclear en la «común responsabilidad de la humanidad para construir su progreso futuro, en el respeto no, como a menudo se dice, de los derechos del ambiente, porque el ambiente entendido de manera naturalista no tiene derechos, sino de los derechos de los hombres, comprendidos los pobres de hoy y de mañana y las generaciones futuras». Durante años, la Santa Sede ha recalcado repetidamente la necesidad de usar a favor del desarrollo de los países pobres los recursos derivados del cumplimiento de los tratados sobre el desarme nuclear. Benedicto XVI en el Mensaje con motivo de la Jornada Mundial de la Paz del 2006 especificó que los reactores nucleares constituyen «el único medio para destruir para siempre, convirtiéndolos en energía, el uranio y el plutonio, provenientes del desmantelamiento de las cabezas nucleares». La Iglesia «tiene una gran consideración por la ciencia, la técnica y el progreso humano», y al mismo tiempo invita al hombre a mantener una actitud de prudencia, que no quiere decir incertidumbre, renuncia, parálisis de las decisiones, nostalgia del pasado, pesimismo acrítico hacia el futuro, quedarse esperando. «Prudencia –ha precisado el arzobispo Crepaldi –quiere decir proceder con decisión, pero tras una atenta evaluación del plan originario de Dios para la humanidad y es en este contexto donde hay que encuadrar la problemática de la energía nuclear».

Una posición que ya fue expresada en Radio Vaticano por el cardenal Renato Martino en el vigésimo aniversario de la explosión en Chernobyl: «Cuando se usan estas fuentes de energía hay que tener mucha prudencia y tomar las medidas adecuadas para evitar desastres. Es como enseñar a un niño a usar un cuchillo: hay que prestar atención porque puede resultar peligroso, pero si se usa bien puede ser útil». Con la esperanza de "un acercamiento no ideológico al tema de la energía nuclear para uso civil». No ideológico pero pragmático, no guiado por prejuicios a favor o contrarios, sino dirigido a hacer de ella un uso más seguro». Teniendo en cuenta también la crisis energética que «aprieta cada vez más la soga que tienen al cuello los países más pobres». La energía atómica separa a los ortodoxos (contrarios) y los católicos (a favor). Mientras desde Estambul el patriarca ortodoxo de Constantinopla, Bartolomé I lanza tristes llamamientos a la comunidad internacional para que se abandone definitivamente el camino de la energía nuclear, sobre todo después de lo que sucedió en el desastre japonés, en Vaticano siguen siendo válidas las reflexiones publicadas en el 2009 por el Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz.

A pesar de la neta condena del uso de las armas atómicas, la energía nuclear se califica como «un derecho inalienable para el desarrollo económico y social». En conclusión, la presencia y el uso de energía proveniente de centrales de última generación superseguras y protegidas, sigue siendo una oportunidad para los países que deciden tomar este camino energético. Fue precisamente el que entonces era presidente del dicasterio de Justicia y Paz, el cardenal Martino, quien organizó una cumbre internacional a puerta cerrada en la que participaron científicos, físicos y expertos en materia. La jornada de estudio y de debate sirvió para adquirir conocimientos e información con la finalidad de extender una evaluación que pudiera servir de orientación para uso y consumo interno. El objetivo era dar a los obispados deseosos de conocer la posición de la Iglesia, un punto de vista unívoco.


Vatican Insider

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