Tuesday, December 06, 2016

Relevancia social de las Redes Sociales por José Fernando Juan



De forma general decimos que internet ha transformado la realidad personal y social. Pero podríamos hablar de forma particular de la relevancia social de redes sociales y de cómo éstas han supuesto un nuevo canal que encauza y dirige la vida política. Ya hemos constatado el interés de muchos sectores por controlar y manejar la opinión pública a través de Twitter o cómo en esta misma red cuando algo interesa se hacen memes, se ridiculiza, pero quizá no adquiere el fondo necesario y la profundidad que requiere el tema.
En mi análisis, que ahora expongo, parto de la constatación de su pérdida progresiva de relevancia social. Curiosamente,  a pocos años de nacer, estaríamos hablando del deshielo de la cuestión social en internet, en aras de una mayor presencia de lo privado y lo íntimo. El tejido social se queda en relaciones personales meramente, los proyectos comunes no nacen con la fuerza que anteriormente, y se da una especie de cansancio a pesar de sus muchos éxitos y logros. La inmediatez de la cultura, la falta de paciencia, el abrigo en lo propio hacen que se vaya desestimando su enorme potencial e impacto.

Historia de la relevancia social de las redes sociales

  1. En un principio su novedad fue tal que todos se vieron inclinados hacia ellas. Fundamentalmente dos grandes redes sociales se hicieron con el espacio público: Facebook y Twitter, aunque de manera desigual por países. El hecho relevante es contemplar que personas con distintos intereses y procedencias se dieron cita en este espacio y comenzaron a “tomar posiciones”. Se contempló como un canal más, que pasó a ser preferente, para el diálogo y la difusión de ideas sobre asuntos sociales. Quienes llegaban a las redes sociales tenían mucho bagaje al respecto.
  2. En segundo lugar, en estas redes se producen transformaciones que amplían su impacto y generan la sensación de compartir un macromundo comunicativo, en el que todos pueden participar, que adquiere una enorme relevancia. En este sentido creo que hay que destacar dos cuestiones. La viralidad, que refleja un fenómeno en el que millones de personas intervienen tanto pasiva (consumiendo un contenido) como activamente (dándolo a conocer más aún, compartiéndolo). El fenómeno de lo viral está unido a la respuesta masiva de un gran grupo de personas que se adhieren a una causa. Y, por otro lado, hay que destacar la cuestión del #TrendingTopic. Un acierto de Twitter, por ahora único, que vincula millones de mensajes en torno a una etiqueta que los hace comunes, los relaciona y posiciona como socialmente relevante una causa, lucha o tema. De aquí que Twitter sea una red fundamental para la cuestión social y política, no sólo en nuestro país. Su misma estructura destaca “lo más” del momento. Y provoca el interés por situarse en esta lista lo más arriba posible. Es una especie de ola universal que llega a todos.
  3. Surgimiento de nuevas redes. A la par que se dan los procesos anteriores, las redes crecen y se especifican, aparecen otras redes sociales de distinta índole. Principalmente Instagram ocupa este nuevo espacio entre los más jóvenes, que no aprecian ya lo anterior, tan ideológico y de contenidos, y se vuelcan masivamente en el uso del móvil y de la comunicación con imágenes. La palabra pasa a ser el pie de foto, no excesivamente relevante. Lo personal y privado, en lugar de lo público, queda en primer lugar. No existe tampoco una visión de la red como espacio público de encuentro en torno a asuntos que afectan a todos, sino que es encuentro igualmente personal, de ámbito privado cuando no directamente íntimo. El tejido, el interés y el impacto del uso del móvil queda relegado y pierde importancia social. No hay #TrendingTopic sino corazones que miden “lo propio”. Dicho de otro modo, la perspectiva desde la cual los más jóvenes usan el móvil y crecen con él, está desprovista de este gran debate que se da en Twitter y determinados espacios de Facebook. Se rebaja descaradamente el tejido social, la cuestión pública. Pero más aún con el surgimiento de Snapchat, que ahora agrupa a los más jóvenes. Algo que se observa, por completar este análisis, es cómo cada generación crece de la mano de su propia red sin prestar excesivamente atención a las anteriores. Claramente se puede decir que estas nuevas redes van perdiendo su apellido “social”, su interés público. Estaríamos hablando de “redes personales o íntimas”, que carecen de su impacto público.
  4. El paso a YouTube y la generación de los vídeos. Dejamos de hacer caso a la televisión para tener ahora cada cual su pantalla en la que ver (no leer) vídeos. La relevancia social de esta plataforma va creciendo conforme aumenta la edad de sus usuarios. Los intereses con diferentes, ya no sólo se trata de gameplayers o los youtubers más famosos, sino que indagan y buscan más para satisfacer sus cuestiones. Digamos que en YouTube, donde hay de todo, se consume igualmente de todo. Tan pronto una conferencia, como música, como cortos, como sketchs graciosos, como tutoriales, como videos caseros hechos en cualquier sitio. Sin embargo, triunfan masivamente algunos que acaparan la audiencia (casi global) en torno a sus opiniones, gustos, acciones… ¡Los ideales del mundo moderno! Y aquí quería llegar. Hace poco alguien me decía que podemos hablar de los 20 personajes más relevantes del siglo XX casi de carrerilla, pero no sobran dedos en la mano para hablar de este tipo de referencias públicas en el siglo XXI. ¿Tendrá que ver con este proceso en el que las referencias generacionales pertenecen al ámbito privado, sin interés por la vida pública, la cuestión social, el debate y el diálogo?

Recuperar la relevancia social de las redes sociales

Hablo de recuperar, porque entiendo que hay que invertir la tendencia. De algún modo el panorama da pasos hacia la desaparición del debate común, centrándose en unas cuantas referencias e influencias personales. Que a la postre no sabemos bien de qué lado están o estarán.
  1. El acento del espacio compartido. Vuelve a ser imprescindible recuperar la red como espacio público, de encuentro y diálogo, no sólo de consumo y escucha. Por encuentro aquí me refiero a la necesidad de reconocimiento mutuo y de entrelazar debates, opiniones, abrir puertas. El silencio digital, esa presencia que por todos sitios pasa sin dejar huella ni comentario, supone la destrucción del tejido común que posiblemente se estuviera tejiendo.
  2. La recuperación del diálogo. Ya hablé sobre esto en mi anterior post, pero sin diálogo e intercambio la red pierde sentido social y queda amarrada en el consumo, el ocio, la diversión o el posicionamiento de lo propio. El diálogo, siendo el núcleo fuerte, requiere algo más que interacción puntual. Es decir, se da en una cierta constancia, en un hilo de conversación y no meramente en una respuesta. ¿Qué espacios lo promueven? Casi ninguno, aunque siempre hay posibilidades.
  3. Participación en proyectos comunes. Aquello del networking, pero a lo social. Participar es sentirse afín en primer lugar, o interesado como mínimo. Sentirse no emocionalmente, sino vivirse implicado en algo de interés común, con horizontes comunes. De algún modo podríamos hablar del inicio de una comunidad digital, que luego tendrá que fortalecerse por otros caminos.
entreParéntesis

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