La Cuaresma tiene algo de ese tiempo a la intemperie, donde la soledad y el silencio invitan a profundizar, escuchar y dudar.
¿No necesitamos a veces ese espacio desnudo en el que enfrentarnos a fantasmas, dudas y tentaciones?
Porque la tentación no es lo que me gusta, sino lo que me engaña… lo que me promete bien y sin embargo me lleva a contribuir a un mal que no deseo…
Tal vez necesite también un espacio de desierto…
Fuente: Jesuita de Castilla
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