San Agustín, en una frase memorable, insiste en que Dios no es "un padre ausente". "Non enim fecit atque ablit" ("No nos creó y luego nos abandonó". Confesiones,Lib. 4,Cap. 12).
Dios trabaja con nosotros y para nosotros, y vemos la mano de Dios, no sólo en el brillo del sol o en sus claras bendiciones, sino que en los días oscuros, en nuestros misterios dolorosos.
Dios está siempre presente para nosotros.
El padre del hijo pródigo no abandonó el hogar, incluso luego que su hijo trajo la vergüenza y el dolor a su familia.
Su hijo mayor y los vecinos (y a lo mejor su esposa también) pensaron que era muy blando con su hijo menor, al dejarlo ir con toda su herencia.
Cuando ese hijo volvió, su padre estaba esperándolo, atento a su llegada. Como un buen padre, estaba donde y cuando iba a ser necesitado.
De Espacio Sagrado
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