Thursday, August 21, 2008

invitamos a tener un encuentro con el Señor de la Vida


Mateo 22:
Jesús siguió hablándoles por medio de parábolas: "Aprendan algo del Reino de los Cielos. Un rey preparaba las bodas de su hijo, por lo que mandó a sus servidores a llamar a los invitados a la fiesta. Pero éstos no quisieron venir. De nuevo envió a otros servidores, con orden de decir a los invitados: He preparado un banquete, ya hice matar terneras y otros animales gordos y todo está a punto. Vengan, pues, a la fiesta de la boda. Pero ellos no hicieron caso, sino que se fueron, unos a sus campos y otros a sus negocios. Los demás tomaron a los servidores del rey, los maltrataron y los mataron. El rey se enojó y envió a sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos e incendiaron su ciudad. Después dijo a sus servidores: El banquete de bodas sigue esperando, pero los que habían sido invitados no eran dignos. Vayan, pues, a las esquinas de las calles e inviten a la fiesta a todos los que encuentren. Los servidores salieron inmediatamente a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, de modo que la sala se llenó de invitados. Después entró el rey para conocer a los que estaban sentados a la mesa, y vio un hombre que no se había puesto el traje de fiesta. Le dijo: Amigo, ¿cómo es que has entrado sin traje de bodas? El hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a sus servidores: Atenlo de pies y manos y échenlo a las tinieblas de fuera. Allí será el llorar y el rechinar de dientes. Sepan que muchos son llamados, pero pocos son elegidos".
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

Fueron enviados a las encrucijadas de los caminos, para invitar a los que encontraran allí a las bodas.
Los cruces de caminos, como las intersecciones de autopistas, son paraderos donde se juntan todo tipo de personas, llegadas de todas partes.
Buenos y malos, judíos y gentiles se encontrarían ahí reunidos, unos junto a otros.
No hay porqué temer o avergonzarse de reunirse con diferentes personas en los cruces de caminos.
Todos tenemos derecho a detenernos en esos lugares, al hacer un alto en nuestros viajes.
La Iglesia es una especie de comunidad de las encrucijadas, donde todos somos bienvenidos, todos podemos encontrar y acoger a otros, y sobre todo, en compasión y justicia, podemos cuidar de cada uno, especialmente de los más necesitados.
Espacio Sagrado

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