Jesús emplea palabras inesperadas para dirigirse a sus discípulos: "Estén en guardia, no sea que sus corazones se vean abrumados por vuestras borracheras y disipaciones"(Lucas 21:34).
Esta advertencia vale. El alcohol es un narcótico; apaga nuestros corazones y embota nuestras reacciones.
La disipación se vende como entretención; pero la resaca de la mañana siguiente nos hace recordar a Nietzsche: "la madre de la disipación no es la alegría, sino que la falta de ella".
Alegría y moderación van de la mano. Cuando nuestros corazones están alegres, estamos felices de ser como somos, y no necesitamos que nuestras mentes sean violentadas por el alcohol o las drogas. Aquinas decía que un corazón alegre era el mejor signo de temperancia.
Espacio Sagrado
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