Thursday, August 06, 2009

Espacio Sagrado


Marcos 9:2-10
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún lavandero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: "Maestro, qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías." Estaban asustados, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: "Éste es mi Hijo amado; escuchadlo." De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: "No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos." Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de "resucitar de entre los muertos".
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

Lo vieron como nunca antes lo habían visto. Se les dijo que Él era aquel que iba a venir. Sabían ahora que debían escucharlo, que su Palabra se convertiría en la roca de la vida. La Fe de los Apóstoles fué confirmada en el monte de la Transfiguración.
Los momentos ocupados en oración pueden llegar a ser momentos de transfiguración, cuando atisbamos la belleza de Jesucristo y nos comprometemos a "escucharlo" como Dios nos invita.

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