Saturday, August 29, 2009

El cardenal Martini ante los retos inminentes de la Iglesia


Cuestiones como los divorciados, el celibato y el papel de los laicos son abordados en un nuevo libro



Jaime Vázquez Allegue) Hay cuestiones candentes que afectan a la Iglesia y que, en palabras del cardenal Carlo Maria Martini, no pueden esperar más y han de ser abordadas de forma inmediata. Temas como la actitud de la Iglesia hacia los divorciados, el nombramiento y la elección de los obispos, el celibato de la vida consagrada y los sacerdotes, el papel de los laicos en la Iglesia, la relación entre la jerarquía eclesial y la política y los gobiernos, son algunas de esas cuestiones, y de ellas se habla en libro Estamos todos en la misma barca (San Pablo), en el que se recogen las conversaciones que mantuvieron el cardenal Martini y el P. Luigi Maria Verzé durante los primeros meses de 2009 en un intento de dialogar sobre los mares por los que navega la barca de la Iglesia.

Como se suele decir, Carlo Maria Martini no necesita presentación. Todos –creyentes y no tanto– saben que durante muchos años fue, además de príncipe de la Iglesia, un candidato a la cátedra de Pedro. Con toda seguridad, la Iglesia del siglo XXI hubiera sido diferente con él al timón. Pero el Espíritu sopló en otra dirección y hoy Martini experimenta el sufrimiento de la cruz en el dolor de la enfermedad, pero con el ánimo y la ilusión de servir a la Iglesia con el entusiasmo de un joven que pone al Evangelio como norma de vida. El padre Luigi Maria Verzé es un sacerdote muy conocido por su opción comprometida en favor de los enfermos. Fue el fundador del hospital de San Rafael de Milán y promotor de la universidad del mismo nombre. Verzé interpela a la Iglesia con cuestiones candentes y de primer orden desde la experiencia de la calle y el servicio a los más necesitados, con la parábola del buen samaritano –texto de cabecera– que le ayuda a interpretar el mensaje de Jesús desde una nueva perspectiva.

En Estamos todos en la misma barca, encontramos las experiencias dialogadas de dos hombres de Iglesia, el cardenal Martini, de 82 años, y el sacerdote Verzé, de 89. Los dos dialogan como los ancianos de la tradición bíblica, con la experiencia del pasado, el conocimiento del presente y la mirada puesta en el futuro a sabiendas de que, sólo de esta forma, la visión objetiva de la realidad suele acertar en sus pronósticos.

“¿Usted no sufre porque la Iglesia se quede al margen, mientras la humanidad avanza sin Cristo?”, pregunta Verzé a Martini en un momento de esas conversaciones. El cardenal se dirige al sacerdote con estas palabras: “Hombres como Pablo VI tenían una profunda y dolorosa conciencia de esta separación. Mucho se hizo en el Concilio Vaticano II para superar esta fractura. Pero este convencimiento todavía no ha alcanzado todos los aspectos y niveles de la vida de la Iglesia”. El debate está servido.

Revisar la normativa canónica

La situación de los divorciados vueltos a casar es, quizás, la más desarrollada en el diálogo entre el sacerdote y el cardenal. Un tema que cada vez adquiere mayor actualidad y una situación que cada vez afecta a más personas de fe y comprometidas con el anuncio del Evangelio. El aumento de separaciones civiles y la situación de rechazo de la institución religiosa hacia los divorciados que se vuelven a casar hacen que muchos creyentes abandonen sus costumbres religiosas y se alejen de la Iglesia. Aunque en algunas cuestiones discrepan, tanto para Martini como para Verzé la desproporción entre divorcios civiles y nulidades matrimoniales obliga a hacer una revisión de la normativa canónica y eclesial.

Las cuestiones debatidas entre los dos tertulianos son analizadas siguiendo el estilo directo, sin circunloquios, sin evasivas, sin respuestas vagas ni frases con doble sentido. Los temas son abordados con la misma claridad con la que son presentados. La novedad –y ése es uno de los méritos de la obra– reside en la calidad de las respuestas. Tanto el jesuita Martini como el cura Verzé saben de lo que hablan con conocimiento de causa, lo cual, lejos de convertirse en un mero espectáculo de opiniones contrastadas, hace del debate un interesante coloquio del que se puede discrepar, estar de acuerdo, rechazar o aprobar de forma absoluta. Y es que los temas abordados son analizados con fundamentos sólidos y con argumentos de peso. Se estará de acuerdo o no, pero lo que nadie podrá cuestionar es que falten razones para el diálogo.

Más información en el nº 2.672 de Vida Nueva.

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