En estos días encontramos de nuevo a los anawin, los pobres de Dios, "los humildes que cumplís sus mandatos" (Sofonías 2:3): "los pobres de corazón, los afligidos, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz" (Mateo 5:3,4,7-9). Las Palabras de Jesús en la Bienaventuranzas vienen del corazón del Antiguo Testamento, donde según el profeta Sofonías y en otros pasajes, los anawin son el pequeños grupo de los restantes, a menudo oprimidos, pero que siempre contemplan a Dios. El mismo Jesús fué uno de ellos desde su propia familia, y vivió y trabajó en Nazaret, en medio de ellos.
Quizás esta sitiuación se mantedrá en nuestras vidas eternamente. En mi inseguridad, busco obtener prestigio y logros. Trato de ejercer poder de algun tipo sobre otros que me rodean o sobre personas cercanas. Pero en mi corazón sé que hay otro camino, el de la humildad, la bondad, la misericordia y la dependencia de Dios. En este camino encontraré el verdadero aprecio de otras buenas personas, y recibiré las bendiciones y guías de Dios.
Amado Señor, en las batallas que me acosan, ayúdame siempre a encontrar el buen camino; si lo pierdo, que pueda volver a Tí. Sólo Tu Amor y Tu Gracia lo puede conseguir. Sólo en esa forma conoceré las Bienaventuranzas y la paz de mi corazón.
Espacio sagrado
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