Wednesday, February 02, 2011

Espacio sagrado


Lucas 2:33-38
Su padre y su madre estaban maravillados por todo lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: "Mira: este niño traerá a la gente de Israel, caída o resurrección. Será una señal de contradicción, mientras a tí misma una espada te atravesará el alma. Por este medio, sin embargo saldrán a la luz los pensamientos íntimos de los hombres". Estaba allí la profetisa Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era de edad avanzada, casada en su juventud, y había vivido con su marido siete años; desde entonces había permanecido viuda y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del templo, sirviendo noche y día con oraciones y ayunos. Se presentó en aquel momento, dando gracias a Dios y hablando del niño a cuantos aguardaban la liberación de Jerusalén.
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

Ana, la hija de Fanuel, aparece y desaparece en esta ocasión. Ella se la recuerda como alguien que esperó y estuvo atenta a la Presencia de Dios en su vida - y el momento le llegó. Pido a Dios la Gracia que necesito, mientras espero los signos de Dios y pueda reconocer cuando y donde trabaja el Espíritu de Dios

Así como José y María llevaron el Niño para ser bendecido, se dieron cuenta que él les traería preguntas a sus vidas y cambiaría las vidas que llevaban. Ruego por todos mis parientes, para que estén preparados para todas las preguntas que cada nueva vida les traerá.

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