Tuesday, February 08, 2011

Espacio sagrado


Marcos 7:1-13
Los fariseos se juntaron en torno a Jesús, y con ellos había algunos maestros de la Ley llegados de Jerusalén. Esta gente se fijó en que algunos de los discípulos de Jesús tomaban su comida con manos impuras, es decir, sin habérselas lavado antes. Porque los fariseos, al igual que el resto de los judíos, están aferrados a la tradición de sus mayores, y no comen nunca sin haberse lavado cuidadosamente las manos. Tampoco comen nada al volver del mercado sin antes cumplir con estas purificaciones. Y son muchas las tradiciones que deben observar, como la purificación de vasos, jarras y bandejas. Por eso los fariseos y maestros de la Ley le preguntaron: "¿Por qué tus discípulos no respetan la tradición de los ancianos, sino que comen con manos impuras?". Jesús les contestó: "Qué bien salvan ustedes las apariencias! Con justa razón profetizó de ustedes Isaías cuando escribía: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me rinden de nada sirve; las doctrinas que enseñan no son más que mandatos de hombres. Ustedes descuidan el mandamiento de Dios por aferrarse a tradiciones de hombres". Y Jesús añadió: "Ustedes dejan tranquilamente a un lado el mandato de Dios para imponer su propia tradición. Así, por ejemplo, Moisés dijo: Cumple tus deberes con tu padre y con tu madre, y también: El que maldiga a su padre o a su madre es reo de muerte En cambio, según ustedes, alguien puede decir a su padre o a su madre: "Lo que podías esperar de mí es "consagrado", ya lo tengo reservado para el Templo". Y ustedes ya no dejan que esa persona ayude a sus padres. De este modo anulan la Palabra de Dios con una tradición que se transmiten, pero que es de ustedes. Y ustedes hacen además otras muchas cosas parecidas a éstas".

¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

Aunque los fariseos tenían sus manos limpias, a menudo las usaban para elegir y señalar, para mostrar y acusar. Presento mis habilidades al Señor, y pido que me las bendiga para que las pueda usar para mi crecimiento; pero no a la expensa de otros.

Jesús me invita a considerar de qué manera sigo a Dios con mi corazón, y me alerta contra las distracciones que me puedan causar las tradiciones humanas. Reviso mis hábitos y mis actividades, pidiéndole a Dios me ayude a reconocer aquellas que me guían hacia la vida.

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