Hoy, 08 de febrero, celebramos la fiesta de SANTA JOSEFINA BAKHITA, recordando un aniversario más de su santa muerte ocurrida en un día como hoy del año 1947 en Schio, provincia de Veneto, ITALIA. Oriunda de Sudán, frica, en 1869, fue religiosa del Instituto de las Hermanas de la Caridad de Canossa, luego de padecer varios años de esclavitud. A la edad de 21 años fue bautizada e hizo la primera comunión y la confirmación, tomando el nombre cristiano de Josefina Margarita Afortunada. Fue canonizada en el año jubilar 2000 por Juan Pablo II. Es la primera africana canonizada desde los primeros siglos del cristianismo. Unidos, pues, al continente africano, a sus católicos, protestantes, musulmanes y religiones tradicionales, brindemos nuestro ferviente aplauso a Santa Josefina Bakhita.
Meditación
QUERIDA SANTA JOSEFINA BAKHITA: recordar tu vida y tu infancia es trasladarnos a la época de los negreros de esclavos. Siendo aún muy niña sufres tu primer trauma cuando tu hermana fue capturada, pero poco después, cuando solo tenías ocho años de edad, tu misma fuiste capturada por comerciantes de esclavos árabes. El trauma fue tal que no pudiste recordar ni tu propio nombre. Por ello, los que te llevaron decidieron ponerte el nombre de Bakhita, que significa "Afortunada". Como esclava fuiste vendida cinco veces, sufriendo no pocos maltratos y abusos, hasta que el último en comprarte fue el cónsul italiano, con quien todo cambió. "Esta vez si que fui realmente afortunada, escribes en tu autobiografía. Vas a Italia y es allí en donde te conviertes al cristianismo y abrazas la vida religiosa. Durante los próximos 50 años de tu vida te dedicas a educar a las niñas pobres, servir en hospitales, enseñar la catequesis en las parroquias, limpiar, cocinar y cuidar a los más necesitados. Modesta y humilde. Vaya trabajo que te costó cuando te ordenaron que escribieras tu autobiografía. Después que se publicó te convertiste en un gran personaje: viajaste por toda Italia, dando conferencias y recogiendo dinero para la orden. Tus últimos días estuvieron marcados por el signo de los santos: dolor y enfermedad. En medio de sus sufrimientos recordabas los sufrimientos de la esclavitud: "Por favor, desátenme las cadenas, es demasiado", decías a la enfermera en medio delirios. Tus últimas palabras fueron: Madonna, Madonna, Virgencita, Virgencita, y así te despediste de esta vida de esclavitud antes de partir a la libertad eterna.
Radio Vaticano
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