Viernes, 04 de Febrero de 2011 01:00
No ha pasado desapercibido el primer “mensaje” del nuevo prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica al aterrizar en suelo romano procedente de Brasil.Parece ser una característica de algunos nuevos prefectos de congregaciones vaticanas efectuar declaraciones “explosivas” al llegar a Roma en el momento de asumir sus nuevos cargos.
En 2006, un importante diario brasileño publicó unas declaraciones del nuevo prefecto de la Congregación para el Clero, el cardenal Claudio Hummes, que habría afirmado que la disminución de vocaciones sacerdotales llevaría a la Santa Sede a reconsiderar la cuestión del celibato, que “en realidad no es un dogma, sino una norma disciplinar”.
Esta “declaración” -que el celibato no es un dogma- dicha en el momento de tomar la dirección de un dicasterio como el clero, sonó como una especie de declaración programática, que causó un cierto resentimiento en la Curia Romana.
Después de Hummes (que ha abandonado recientemente el cargo de prefecto al superar los 75 años canónicos), el arzobispo Joao Braz de Aviz recibió hace unas semanas la llamada de Benedicto XVI para dirigir la Congregación para los Religiosos.
En la primera entrevista, publicada en L’Osservatore Romano, dijo que la teología de la liberación “no sólo es útil, sino también necesaria”, y ha permitido a la Iglesia descubrir “la opción preferencial por los pobres”, que es una “opción evangélica, de la que dependerá, en primer lugar, nuestra propia salvación. Su descubrimiento y su construcción por parte de la teología de la liberación han significado una mirada sincera y responsable de la Iglesia al vasto fenómeno de la exclusión social”.
Monseñor de Aviz, que de 2004 a 2010 ha guiado la archidiócesis de Brasilia, también recordó una carta que Juan Pablo II escribió en 1986 a la Conferencia de Obispos de Brasil, en la que dijo que la teología de la liberación “no sólo es útil, sino necesaria”.
Ahora bien, hay que aclarar que el próximo beato se estaba refriendo a la teología que se distancia de la ideología marxista que, de hecho, estaba influyendo en ella. Para el Papa estaba claro que la salvación de la Iglesia no venía fundamentalmente de la “opción por los pobres”, sino de Cristo. Precisamente, en los años ochenta, diferentes protagonistas de la teología de la liberación fueron alejados progresivamente de sus altos cargos en la jerarquía por hacer hincapié en una interpretación marxista de la realidad.
Por Alfonso Bailly-Bailliére
Religión confidencial
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