Hoy, 15 de febrero, la iglesia recuerda a SAN CLAUDIO DE LA COLOMBIRE, quien falleciera en un día como hoy del año 1682 en Paray-le-Monial, Francia. Oriundo de Saint Symphorien dOzón, Francia, en el año 1641, fue religioso sacerdote de la compañía de Jesús y difusor de la devoción al Sagrado Corazón. En 1992 el Papa Juan Pablo II confirmó sus heroicas virtudes inscribiéndolo en el catálogo de los santos. Sus reliquias se veneran en la Iglesia dedicada a su nombre en el mismo Paray Le Monial en donde fuera superior de la Comunidad de los Jesuitas. Unidos, pues, a la Compañía de Jesús y a la Iglesia de Francia, brindemos nuestro cálido aplauso a San Claudio de La Colombire.
Meditación
QUERIDO SAN CLAUDIO DE LA COLOMBIRE: Ver tu vida es recordar al gran director espiritual que supo descifrar los deseos profundos y misteriosos del Sagrado Corazón de Jesús. Sientes el llamado de Dios a ingresar a la Compañía de Jesús. A los 28 años de edad recibes la ordenación sacerdotal y, poco después, siguiendo una inspiración de Dios, haces un voto especial de cumplir fiel y exactamente todas las reglas y disposiciones de la Compañía de Jesús. Para mi, decías, cumplir las reglas es verdaderamente una fuente de alegría. Cuanto más las cumplo, más libre me siento". Nombrado superior en Paray-le-Monial, conoces a Margarita María Allacoque, religiosa del convento de la visitación, quien había tenido varias revelaciones del Corazón de Jesús y a quién, en repetidas oportunidades, el mismo Corazón de Jesús le había pedido que te buscara a ti como su director espiritual. Llegas, pues, a ser el confidente de las revelaciones de Santa Margarita confirmando la veracidad de las mismas. "He aquí que mi puro amor se une a estos tres corazones para siempre" dijo, en cierta ocasión, el Corazón de Jesús a Santa margarita. Tus contemporáneos te recuerdan como un religioso de mente ágil, alma noble, juicio profundo, facilidad de palabra, gracioso y distinguido. Tus prédicas eran muy escuchadas y esperadas. Eres hombre de oración constante, honestidad transparente, juicio centrado y justo. Tu unión personal con Dios era visible en tu rostro y se sentía en tus palabras. Pero, enviado a Inglaterra, eres arrestado con una falsa acusación de complicidad en un imaginario complot papista, en donde mueres. Nos dejaste como herencia el "acto de confianza en Dios", resumen de toda tu espiritualidad.
Radio Vaticano
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