Thursday, September 22, 2016

Lecturas para el día de hoy y comentario de Fernando Torres cmf




Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiastés (1,2-11):

¡Vanidad de vanidades, dice Qohelet; vanidad de vanidades, todo es vanidad! ¿Qué saca el hombre de todas las fatigas que lo fatigan bajo el sol? Una generación se va, otra generación viene, mientras la tierra siempre está quieta. Sale el sol, se pone el sol, jadea por llegar a su puesto y de allí vuelve a salir. Camina al sur, gira al norte, gira y gira y camina el viento. Todos los ríos caminan al mar, y el mar no se llena; llegados al sitio adonde caminan, desde allí vuelven a caminar. Todas las cosas cansan y nadie es capaz de explicarlas. No se sacian los ojos de ver ni se hartan los oídos de oír. Lo que pasó, eso pasará; lo que sucedió, eso sucederá: nada hay nuevo bajo el sol. Si de algo se dice:«Mira, esto es nuevo», ya sucedió en otros tiempos mucho antes de nosotros. Nadie se acuerda de los antiguos y lo mismo pasará con los que vengan: no se acordarán de ellos sus sucesores.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 89,3-4.5-6.12-13.14.17

R/.
 Señor, tú has sido nuestro refugio 
de generación en generación


Tú reduces el hombre a polvo, 
diciendo: «Retornad, hijos de Adán.» 
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó; 
una vela nocturna. R/.

Los siembras año por año, 
como hierba que se renueva: 
que florece y se renueva por la mañana, 
y por la tarde la siegan y se seca. R/.

Enséñanos a calcular nuestros años, 
para que adquiramos un corazón sensato. 
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? 
Ten compasión de tus siervos. R/.

Por la mañana sácianos de tu misericordia, 
y toda nuestra vida será alegría y júbilo. 
Baje a nosotros la bondad del Señor 
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.

Evangelio 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,7-9):

En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?» 
Y tenía ganas de ver a Jesús.

Palabra del Señor

Comentario a las lecturas

     La primera lectura de este día es bien conocida por todos. En una u otra ocasión la hemos usado para expresar un cierto pesimismo sobre nuestra propia vida y la vida del mundo que nos rodea. Es algo así como decir “todo da lo mismo, ¿para qué preocuparnos? ¿para qué esforzarnos? Por mucho que trabajemos no vamos a lograr cambiar las cosas.” Y nos quedamos tan tranquilos y descansados. Si nos viene alguno con ganas de cambiar las cosas, de intentar algo nuevo, siempre podemos decirle que eso ya se intentó hace diez o veinte años o siglos –¿qué más da?– y no se consiguió nada. 
      La actitud de Herodes en el Evangelio tiene un punto de parecido con esta primera lectura.  Herodes siente que ya ha dejado todo atado y bien atado en su reino. Ha puesto orden entre su gente. Todos reconocen su autoridad. Las cosas suceden como deben suceder. Y él se puede dedicar a vivir y disfrutar de su reinado. Dar banquetes, encontrarse con los amigos, salir a cazar... lo que han hecho muchos reyes y poderosos a lo largo de la historia. Nada nuevo. En su memoria tiene el recuerdo de uno, Juan Bautista, que le revolucionó un poco el reino, que le sacaba de sus casillas con las cosas que le decía, que le criticaba y ponía al aire sus vergüenzas –esas vergüenzas que guarda en lo escondido casi siempre el poder y que no quiere que nadie le descubra–. Pero aquel problema lo solucionó de una forma radical. Primero, lo metió en la cárcel y luego lo mandó cortar la cabeza. A partir de aquel momento su reino se transformó en una balsa de aceite. Nadie más volvió a osar levantar la voz. No hay nada mejor que un buen escarmiento a tiempo. 
      Por eso, le sorprende tanto ahora la presencia de Jesús. Le empiezan a llegar voces de que hay alguien predicando el reino de Dios. Dice que todos somos iguales, todos hijos e hijas de Dios, denuncia las injusticias de los poderosos, está cerca de los pobres y de los que sufren. Sus palabras y sus acciones plantean un cambio radical en la sociedad. Jesús le está rompiendo el orden social, le está revolviendo el patio, le está sacando de sus casillas. Va a tener que dejar su vida cómoda para poner de nuevo orden en su reino. 
      Herodes se sorprende de que alguien levante la voz después del escarmiento que hizo con Juan Bautista. ¿Cómo osan? ¿Cómo se atreven? Dice el Evangelio que quería ver a Jesús. Seguro que no era con buenos fines. 
      La realidad es que Jesús era la respuesta de Dios al grito de su pueblo, de los pobres. La verdad es que en este mundo no da todo lo mismo. La verdad es que Dios nos tiene preparado un mundo nuevo, el reino. Y que ese reino se está ya construyendo. Es la tierra nueva y el cielo nuevo de que habla el Apocalipsis. Por mucho que algunos se empeñen en que este mundo es como es y no cambiará nunca. No es verdad. Dios siempre escucha el clamor de su pueblo que pide justicia (éste sería un buen momento para releer el “Magnificat”).
Fernando Torres cmf
Ciudad Redonda

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