Monday, July 09, 2018

La Iglesia de las Mujeres por Silvia Somaré, ecj



El Evangelio de san Lucas cuenta que Jesús comenzó un recorrido anunciando la Buena Noticia llevando consigo a sus discípulos y a algunas mujeres[1]. Este pasaje ya muestra la presencia activa de la mujer en la Iglesia, esas mujeres serán también las que velen en la tumba de Jesús y una de ellas, María Magdalena,  la que es enviada a anunciar su resurrección[2].
Si en la sociedad se teoriza sobre el rol de la mujer, en la Iglesia tampoco está ausente. No me ocuparé aquí del rol ministerial de la mujer como el sacerdocio, el diaconado, el lectorado porque es un tema que en las decisiones está cerrado aunque, creo que en el espíritu no. Como Dios habla en el tiempo, espero que sepamos escucharlo cuando nos dice que tenemos que revisar desde los orígenes, lo que en la Iglesia primitiva hacían las mujeres[3] y podrían hacer ahora. También sería injusto ver el papel de la mujer desde la funcionalidad, considerando sólo su utilidad, su hacer separándola del ser, de su vocación.
Una mujer, María, fue quien con su sí permitió que Dios se haga uno de nosotros, el Creador quiso necesitar de una mujer para hacerse hombre y hoy es María quien se lleva la mayor parte de las festividades de la Iglesia y el corazón de la religiosidad popular de América Latina, más aún, es a quien acuden sus hijos para que les cure las heridas.
María es un enorme ejemplo de la Iglesia de las mujeresY a Ella le han seguido muchas. Cada vez que veo a las catequistas, veo discípulas de María; esas mujeres madres de familia que muchas veces no tienen una marcada formación, pero rebalsan de amor a Dios y de entusiasmo por darlo, son mujeres que no se imaginan a los niños sin conocer a Dios y con gran dedicación y entrega de su tiempo (y de sus vidas) enseñan que lo mejor que nos puede ocurrir es conocer y gustar a Jesús, abren las puertas a los sacramentos, al Evangelio…a la Vida Eterna. Engendran hijos en la fe, hijos para Dios. En la Iglesia de las mujeres están las que se conmueven por la enfermedad y la miseria de los demás a quienes cuidan como hijos, y no dejan de golpear puertas y corazones hasta encontrar una solución para esos dolores del cuerpo y del alma porque, a la par que gestionan rezan con confianza en Dios. Esas mujeres que sólo ellas entran en los lugares tomados por el narcotráfico exponiendo su vida, sólo ellas entran porque transmiten confianza y paz y porque sienten la urgencia de misericordear. Esas mujeres consagradas que dejan su patria, su cultura y como buenas samaritanas, parten a ser hermanas de quien esté tirado a la orilla del camino. Esas mujeres que asumen la vocación matrimonial y familiar y con sus esposos, dan testimonio de amor fiel y duradero.
¿Cuántas más hay en diferentes frentes del Evangelio? No lo sabemos, son incontables y no son noticia. Su puesto en la Iglesia no se distingue por la vestimenta o la jerarquía, sencillamente son discípulas-misioneras de Jesús, llevan la armonía a los lugares donde van[4], se conmueven ante la escasez de fe, de amor, de verdad y creativamente y con cariño buscan respuestas.
La Iglesia es mujer, es esposa de Cristo y a la hora de preguntarse su misión debiera ver la misión de la mujer en la humanidad. Ernesto Sábato decía sencillamente que la mujer da y protege la vida[5].
La Iglesia de las mujeres, con María y con todas las demás, nos enseña a varones y mujeres que en donde estemos, lo primero es llevar vida y armonía…Después discutiremos los ministerios…
[1] Cf Lucas, 8,1-2
[2] Cf. Juan, 20, 1-18
[3] Cf. Romanos 6, 1-2
[4] Cf papa Francisco Homilía en Santa Marta, 9/2/2017
[5] Cf. SÁBATO, Ernesto, La resistencia, 1° edición101.

Vida Nueva

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