Wednesday, July 25, 2018

Conversando con Pbro. Marcos Buvinic sobre la situación de la Iglesia



Conversamos en el mes de junio de este año con el Pbro. Marcos Buvinic, Párroco de la Parroquia Nuestra Señora de Fátima en el Barrio 18 de septiembre de la ciudad de Punta Arenas. Conversando sobre la situación en nuestra Iglesia nos dice:

Lo que está ocurriendo, bueno, tiene varios capítulos, esto, tiene muchos capítulos, pero, ahora, en lo que estamos es en la manifestación de una crisis profunda, como el Papa lo dijo en la carta, la manifestación de una crisis desde una cultura del abuso y el encubrimiento. Entonces la cuestión es, uno tiene que preguntarse y bueno ¿por qué eso? ¿qué pasó? Qué pasó que la iglesia llamada a ser servidora precisamente de la verdad, se transforma en un lugar de encubrimiento y la iglesia llamada a estar siempre del lado de las víctimas, se transforma en un lugar donde se producen abusos. O sea, ¿qué pasó aquí?
Y esto no se explica sólo por una persona, por Fernando Karadima, no se explica solo por eso. Detrás de esto hay una larga historia. Yo quisiera partir en algo que me tocó a mí vivir cuando yo era seminarista, año 76/77, estaba yo creo que en tercero de teología, me faltaba un año para terminar el seminario y llegó a Chile de Nuncio, Angelo Sodano y él nos dijo, fue al seminario, por supuesto, y conversando con nosotros, en un momento dijo que la misión que él traía era la de normalizar la Conferencia Episcopal Chilena. Y, bueno, un compañero mío que no entendió y dijo, ¿qué significa eso de normalizar?, le preguntó, le dijo ¿de qué se trata esto? ¿qué quiere decir?
Le dijo, no, ponerla en la norma, en la norma de  lo que la iglesia quiere y no lo que es ahora. Y esto lo va a hacer el Nuncio que acaba de llegar a Brasil y yo que acabo de llegar a Chile.

Entonces, detrás de todo esto ha habido una expresa voluntad de orientar la vida de la iglesia y orientarla desde la función episcopal, orientarla hacia un cierto perfil de obispo, muy preocupado de una cierta concepción de la ortodoxia –muy discutible por cierto- pero preocupados de eso. Muy preocupados de lo ritual, de lo cultual, de las formas externas, con poco sentido crítico, sin capacidad de cuestionamiento. Eso y es lo que ha ocurrido, y es lo que ha ocurrido después, potenciado después por el mismo señor Sodano cuando era Cardenal Secretario de Estado y que allá también estaba el Cardenal Medina. Entonces, bueno, todos los nombramientos de los Obispos en Chile fueron en una cierta dirección, un cierto perfil de obispo y al final, al final esto también, evidentemente,  fue pasando a los sacerdotes. Los que eran más cuestionadores, los que hacían preguntas consideradas “indebidas”, “políticamente incorrecta”, iban siendo marginados y fue imponiéndose una cierta preponderancia de las formas externas por sobre el cultivo de una verdadera espiritualidad evangélica. A mí me llama mucho la atención por  ejemplo, a veces cuando escucho armar a un sacerdote hablar lo poco que se habla del Reino de Dios, lo poco que se predica sobre el Dios que viene a reinar y que significa eso concretamente en la historia, porque este era el tema central de la predicación de Jesús, el reino de Dios y es un tema –me parece a mí- ausente en la predicación de la mayoría de mis hermanos sacerdotes o de muchos por lo menos, qué significa el Reino de Dios en la historia y las consecuencias que esto tiene y qué consecuencias tiene además, para la vida de un ministro de la iglesia y una comunidad creyente, ser testigos del Reino, en medio de un barrio, de una realidad, etc.

Entonces lo que ahora vivimos tiene larga historia y una larga historia que no es casual. Y, bueno, evidentemente situaciones de ese tipo potencian todo esto que el Papa ha hablado, una psicología de élite, un narcicismo espiritual, un clericalismo, que el Papa dice son signos de una perversión del ser eclesial. Y en situación así, evidentemente, se potencian también, la trilogía perversa: dinero, sexo, poder. Cuando están esos tres juntos ahí pasa cualquier cosa. Y eso lo que reventó desde Karadima y otros casos y todos los casos que conocemos –que no me voy a referir aquí ahora-.

Entonces, si tú me dices bueno, mi visión, mi visión es que estamos pagando las consecuencias, no sólo de debilidades humanas, no solo de errores, faltas y pecados y delitos de una y otra persona, sino también las consecuencias de un proceso eclesial que fue llevado en esta dirección. Entonces, bueno, es un dolor muy grande, percibir, percibir, que una iglesia en vez de ser un lugar de promoción de la dignidad de las personas, se generó esto, una cultura de abuso y encubrimiento. Es muy doloroso eso, es muy doloroso pensando en las victimas y es muy doloroso por la perversión del ser eclesial que implica, pero también es un dolor esperanzado, o sea, como no alegrarse de que todas estas situaciones salgan a flote y que la herida supure y que salga toda la materia pútrida que hay adentro. Como no alegrarse de eso

Como no alegrarse de que tantos laicos estén sintiendo una conciencia mucho más responsable de su fe.

Como no alegrarse de que en medio de todo esto se esté generando una gran corriente de que en la iglesia todos tenemos que aprender a caminar juntos, como lo que dice el Papa en su carta, con un aire sinodal, con un estilo sinodal y que eso significa participación efectiva, deliberativa de los laicos en las decisiones de la iglesia.

Y porque no pensar entonces en un gran Sínodo de Chile o en un Concilio Plenario para enfrentemos las situaciones y enfrentemos las situaciones que hemos vivido y lo que estamos por vivir, para construir juntos, para caminar juntos, eso quiere decir la palabra sínodo, pero que sea de verdad, caminar juntos. Que sea un sínodo de verdad, o sea, con, verdaderamente, opciones deliberativas desde los laicos también.

Como no alegrarse de que todo esto, evidentemente, implica un necesario proceso de renovación del modo de nombramiento de los obispos, sin estos secretismos, no sino, a ver, esta crisis, una de sus expresiones por la que comenzó fue por el nombramiento de un obispo impuesto. Toda la tradición católica desde los padres de la iglesia dice, ningún obispo impuesto, no debe haber nunca un obispo impuesto. Bueno, pero para eso entonces hay que tener consultas más abiertas. Evidentemente que la decisión tiene que tomarla siempre el Papa pero que haya consultas más abiertas y participación de los laicos y de las comunidades, acerca de quiénes son los que tienen el perfil para ser pastor de ese pueblo concreto.

Entonces es un dolor esperanzado, te decía Roberto, es un dolor ciertamente y muy grande

Sin embargo, esta esperanza que tú tienes, pero hay ciertos peligros, ¿cómo se logra superar todo esto? ¿Cuál es tu visión de cómo superar esto, lo de la participación?

Si, yo creo que el papa pone algunas claves muy importantes en su carta. Primero los pastores, dice que los pastores tenemos que confiar en la unción del Espíritu Santo, que está sobre todo el Pueblo de Dios. Hay una cuestión de confianza en la acción del Espíritu Santo y de dejarse conducir por el Espíritu y no pretender adelantarse al Espíritu, sino que dejarse conducir por él y humildemente seguirlo.

Curiosamente las Orientaciones Pastorales de la iglesia en este período a nivel de Chile, decían una iglesia que escucha, que escucha y sirve. Y el problema es que no escucha, o ha escuchado poco o ha escuchado por un lado nada más. Entonces hay que ponerse a la escucha, hay que generar, por qué no constituir, por ejemplo, desde ya, comisiones sinodales diocesanas, en cada diócesis comisiones sinodales que empiecen a trabajar. Obispos, sacerdotes, religiosas, diáconos, laicos, empezar a trabajar para ir generando y con carácter deliberativo, me refiero, ir generando espacios donde todo esto puede desembocar en un proceso más a nivel nacional, que tendrá que ser, por cierto, convocado por la Conferencia Episcopal, etc. o por la nueva Conferencia Episcopal, no sabemos cómo será eso.

Entonces, pero yo creo que lo principal es esta actitud interior de escuchar al Espíritu y seguirlo. Esto no es simplemente un trabajo de organización y planificación –que también lo es- pero antes que la técnica está el amor. Y el amor siempre lleva a escuchar. Todo parte por escuchar. Precisamente ayer la primera lectura nos recordaba eso, como el Señor quiere escuchar a su pueblo y también cuando Jesús formula el mandamiento, el mandamiento dice: Escucha Israel, amarás al Señor tu Dios… Todo comienza por la escucha y eso tiene que ver con una experiencia espiritual, de que lo nuevo, la novedad, no brota desde de mi si no que viene desde fuera. Y esa experiencia espiritual significa estar dispuesto, estar dispuesto a escuchar, escuchar al Señor, escuchar a su pueblo, escuchar a las personas, acoger la acción del Espíritu Santo en medio del Pueblo de Dios y de ahí vendrán muchas tareas de organización, de planificación y todas esas cosas, pero si no hay esta actitud espiritual es como arar en el agua, que parece que muchas veces ha ocurrido. Cuántos planes y programas, orientaciones se sacan y al final son pura chachara, papel, como dicen algunos la “Papelorum Progressio”



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