Conversamos en el mes de junio de este año con el Pbro. Marcos Buvinic, Párroco de la Parroquia Nuestra Señora de Fátima en el Barrio 18 de septiembre de la ciudad de Punta Arenas.
Conversando sobre la situación en nuestra Iglesia nos dice:
Lo que está ocurriendo,
bueno, tiene varios capítulos, esto, tiene muchos capítulos, pero, ahora, en lo
que estamos es en la manifestación de una crisis profunda, como el Papa lo dijo
en la carta, la manifestación de una crisis desde una cultura del abuso y el
encubrimiento. Entonces la cuestión es, uno tiene que preguntarse y bueno ¿por
qué eso? ¿qué pasó? Qué pasó que la iglesia llamada a ser servidora
precisamente de la verdad, se transforma en un lugar de encubrimiento y la
iglesia llamada a estar siempre del lado de las víctimas, se transforma en un
lugar donde se producen abusos. O sea, ¿qué pasó aquí?
Y esto no se explica sólo por
una persona, por Fernando Karadima, no se explica solo por eso. Detrás de esto
hay una larga historia. Yo quisiera partir en algo que me tocó a mí vivir
cuando yo era seminarista, año 76/77, estaba yo creo que en tercero de
teología, me faltaba un año para terminar el seminario y llegó a Chile de
Nuncio, Angelo Sodano y él nos dijo, fue al seminario, por supuesto, y
conversando con nosotros, en un momento dijo que la misión que él traía era la
de normalizar la Conferencia Episcopal Chilena. Y, bueno, un compañero mío que no
entendió y dijo, ¿qué significa eso de normalizar?, le preguntó, le dijo ¿de
qué se trata esto? ¿qué quiere decir?
Le dijo, no, ponerla en la
norma, en la norma de lo que la iglesia
quiere y no lo que es ahora. Y esto lo va a hacer el Nuncio que acaba de llegar
a Brasil y yo que acabo de llegar a Chile.
Entonces, detrás de todo
esto ha habido una expresa voluntad de orientar la vida de la iglesia y
orientarla desde la función episcopal, orientarla hacia un cierto perfil de
obispo, muy preocupado de una cierta concepción de la ortodoxia –muy discutible
por cierto- pero preocupados de eso. Muy preocupados de lo ritual, de lo cultual,
de las formas externas, con poco sentido crítico, sin capacidad de
cuestionamiento. Eso y es lo que ha ocurrido, y es lo que ha ocurrido después,
potenciado después por el mismo señor Sodano cuando era Cardenal Secretario de
Estado y que allá también estaba el Cardenal Medina. Entonces, bueno, todos los
nombramientos de los Obispos en Chile fueron en una cierta dirección, un cierto
perfil de obispo y al final, al final esto también, evidentemente, fue pasando a los sacerdotes. Los que eran
más cuestionadores, los que hacían preguntas consideradas “indebidas”,
“políticamente incorrecta”, iban siendo marginados y fue imponiéndose una
cierta preponderancia de las formas externas por sobre el cultivo de una
verdadera espiritualidad evangélica. A mí me llama mucho la atención por ejemplo, a veces cuando escucho armar a un
sacerdote hablar lo poco que se habla del Reino de Dios, lo poco que se predica
sobre el Dios que viene a reinar y que significa eso concretamente en la
historia, porque este era el tema central de la predicación de Jesús, el reino
de Dios y es un tema –me parece a mí- ausente en la predicación de la mayoría
de mis hermanos sacerdotes o de muchos por lo menos, qué significa el Reino de
Dios en la historia y las consecuencias que esto tiene y qué consecuencias
tiene además, para la vida de un ministro de la iglesia y una comunidad
creyente, ser testigos del Reino, en medio de un barrio, de una realidad, etc.
Entonces lo que ahora
vivimos tiene larga historia y una larga historia que no es casual. Y, bueno,
evidentemente situaciones de ese tipo potencian todo esto que el Papa ha
hablado, una psicología de élite, un narcicismo espiritual, un clericalismo,
que el Papa dice son signos de una perversión del ser eclesial. Y en situación
así, evidentemente, se potencian también, la trilogía perversa: dinero, sexo,
poder. Cuando están esos tres juntos ahí pasa cualquier cosa. Y eso lo que
reventó desde Karadima y otros casos y todos los casos que conocemos –que no me
voy a referir aquí ahora-.
Entonces, si tú me dices
bueno, mi visión, mi visión es que estamos pagando las consecuencias, no sólo
de debilidades humanas, no solo de errores, faltas y pecados y delitos de una y
otra persona, sino también las consecuencias de un proceso eclesial que fue
llevado en esta dirección. Entonces, bueno, es un dolor muy grande, percibir,
percibir, que una iglesia en vez de ser un lugar de promoción de la dignidad de
las personas, se generó esto, una cultura de abuso y encubrimiento. Es muy
doloroso eso, es muy doloroso pensando en las victimas y es muy doloroso por la
perversión del ser eclesial que implica, pero también es un dolor esperanzado,
o sea, como no alegrarse de que todas estas situaciones salgan a flote y que la
herida supure y que salga toda la materia pútrida que hay adentro. Como no
alegrarse de eso
Como no alegrarse de que
tantos laicos estén sintiendo una conciencia mucho más responsable de su fe.
Como no alegrarse de que
en medio de todo esto se esté generando una gran corriente de que en la iglesia
todos tenemos que aprender a caminar juntos, como lo que dice el Papa en su
carta, con un aire sinodal, con un estilo sinodal y que eso significa
participación efectiva, deliberativa de los laicos en las decisiones de la
iglesia.
Y porque no pensar
entonces en un gran Sínodo de Chile o en un Concilio Plenario para enfrentemos
las situaciones y enfrentemos las situaciones que hemos vivido y lo que estamos
por vivir, para construir juntos, para caminar juntos, eso quiere decir la
palabra sínodo, pero que sea de verdad, caminar juntos. Que sea un sínodo de
verdad, o sea, con, verdaderamente, opciones deliberativas desde los laicos
también.
Como no alegrarse de que
todo esto, evidentemente, implica un necesario proceso de renovación del modo
de nombramiento de los obispos, sin estos secretismos, no sino, a ver, esta
crisis, una de sus expresiones por la que comenzó fue por el nombramiento de un
obispo impuesto. Toda la tradición católica desde los padres de la iglesia
dice, ningún obispo impuesto, no debe haber nunca un obispo impuesto. Bueno,
pero para eso entonces hay que tener consultas más abiertas. Evidentemente que
la decisión tiene que tomarla siempre el Papa pero que haya consultas más
abiertas y participación de los laicos y de las comunidades, acerca de quiénes
son los que tienen el perfil para ser pastor de ese pueblo concreto.
Entonces es un dolor
esperanzado, te decía Roberto, es un dolor ciertamente y muy grande
Sin
embargo, esta esperanza que tú tienes, pero hay ciertos peligros, ¿cómo se
logra superar todo esto? ¿Cuál es tu visión de cómo superar esto, lo de la
participación?
Si, yo creo que el papa
pone algunas claves muy importantes en su carta. Primero los pastores, dice que
los pastores tenemos que confiar en la unción del Espíritu Santo, que está
sobre todo el Pueblo de Dios. Hay una cuestión de confianza en la acción del
Espíritu Santo y de dejarse conducir por el Espíritu y no pretender adelantarse
al Espíritu, sino que dejarse conducir por él y humildemente seguirlo.
Curiosamente las
Orientaciones Pastorales de la iglesia en este período a nivel de Chile, decían
una iglesia que escucha, que escucha y sirve. Y el problema es que no escucha,
o ha escuchado poco o ha escuchado por un lado nada más. Entonces hay que
ponerse a la escucha, hay que generar, por qué no constituir, por
ejemplo, desde ya, comisiones sinodales diocesanas, en cada diócesis comisiones
sinodales que empiecen a trabajar. Obispos, sacerdotes, religiosas, diáconos,
laicos, empezar a trabajar para ir generando y con carácter deliberativo, me
refiero, ir generando espacios donde todo esto puede desembocar en un proceso
más a nivel nacional, que tendrá que ser, por cierto, convocado por la
Conferencia Episcopal, etc. o por la nueva Conferencia Episcopal, no sabemos cómo
será eso.
Entonces, pero yo creo que
lo principal es esta actitud interior de escuchar al Espíritu y seguirlo. Esto
no es simplemente un trabajo de organización y planificación –que también lo
es- pero antes que la técnica está el amor. Y el amor siempre lleva a escuchar.
Todo parte por escuchar. Precisamente ayer la primera lectura nos recordaba
eso, como el Señor quiere escuchar a su pueblo y también cuando Jesús formula
el mandamiento, el mandamiento dice: Escucha Israel, amarás al Señor tu Dios…
Todo comienza por la escucha y eso tiene que ver con una experiencia
espiritual, de que lo nuevo, la novedad, no brota desde de mi si no que viene
desde fuera. Y esa experiencia espiritual significa estar dispuesto, estar
dispuesto a escuchar, escuchar al Señor, escuchar a su pueblo, escuchar a las personas,
acoger la acción del Espíritu Santo en medio del Pueblo de Dios y de ahí
vendrán muchas tareas de organización, de planificación y todas esas cosas,
pero si no hay esta actitud espiritual es como arar en el agua, que parece que
muchas veces ha ocurrido. Cuántos planes y programas, orientaciones se sacan y
al final son pura chachara, papel, como dicen algunos la “Papelorum Progressio”
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