La Navidad 2021 quiero vivirla con un corazón de niña. Porque los niños son quienes tienen un corazón puro, sin mancha ni arruga para acoger al Niño-Dios. Todo un Dios haciéndose niño, uno como nosotros y con nosotros. ¡Misterio insondable de amor para la inteligencia humana! El corazón de los niños tiene más capacidad para comprender las cosas incomprensibles que los mayores, que los sabios e inteligentes.
Quiero vivir la Navidad desde el asombro, la admiración, la gratuidad y la contemplación de este gran misterio de amor como es la Encarnación del Hijo de Dios, el Emanuel, Dios-con- nosotros.
Admirar es saber mirar y ver con los ojos del corazón, tanto los acontecimientos de la vida como a las personas y, ¿qué mayor acontecimiento que la venida del Hijo de Dios a la tierra? Tan profundo misterio solamente lo podemos ver y contemplar con los ojos del corazón, con los ojos de la fe y del amor; porque tal profundidad sobrepasa toda mirada científica e intelectual, hasta teológica.
¡Cuán profunda y grande es la humildad de Dios manifestada en la pequeñez de un niño! Me sobrecoge y me atrae vivamente ir por este camino de la humildad interior, la humildad de corazón, la humidad y sencillez de los niños. “Si no os hacéis como un niño, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 18,39).
En esta Navidad quiero profundizar en la disponibilidad y bondad de María y de José, en su paz interior, en su entrega generosa; en ese acoger los acontecimientos y los imprevistos de la vida diaria como ellos lo supieron hacer: con amor, paciencia y abandono. ¡Qué testimonio de fe, de confianza y amor nos dan María y José! Dice san Juan de la Cruz: “Me parece que el secreto de la vida consiste en aceptarla tal cual es, simplemente aceptarla cual es”. Eso es vivir la Navidad. La Navidad no solamente es una fecha señalada en el calendario anual, sino toda una vida. En María y José tenemos un buen espejo para mirarnos y sentirnos alentados para que nuestra vida sea una Navidad continua.
Navidad es un estilo de vida, una manera de vivir la fe y el amor unidos al que es la verdadera Navidad constante: Jesús encarnado para salvar la humanidad. Para el cristiano la Navidad se realiza todos los días, especialmente en la eucaristía. Jesús se nos da en las especies del pan y el vino, y nuestro cuerpo se convierte en el más maravilloso pesebre donde él puede nacer. El nacimiento histórico de Jesús fue una vez para siempre, el nacimiento místico en tu corazón se realiza de manera especial en la eucaristía.
Vivir la Navidad, ante todo, es vivir el gozo y la alegría de saberme visitada, mirada, amada, abrazada y salvada por Jesús encarnado
¡FELIZ NAVIDAD!
Carmen Herrero Martínez
Fraternidad Monástica Jerusalén
Estrasburgo, Francia
Eclesalia
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