Tuesday, June 03, 2008

LA TRADICION ORAL PRIMERA FUENTE DE FE CRISTIANA Y ORIGEN DE LOS EVANGELIOS

Jesús Nazareno no escribió nada, solo habló, predicó, hizo el bien y fundó el Reino de Dios o de la Vida Eterna en los Cielos, de carácter escatológico, que se incoa aquí, en la Tierra, para aquellos que le siguen creyendo, esperando y amando a Dios y a las personas humanas como hermanos. Este Reino de Dios en esta vida se llama Iglesia Cristiana.


Jesús habló y predicó utilizando un lenguaje concreto, sencillo y popular en su conversación y en su predicación. Se valía de parábolas y comparaciones de gran encanto natural y de palabras y frases de gran contenido moral y espiritual dichas con autoridad; de forma que el personal del Templo de Jerusalén mandado por sus jefes judíos para prenderle no se atrevieron hacerlo, porque, decían, “nunca nadie habló como este hombre” ( Jn.7, 46).


En aquel tiempo, la tradición oral era el medio tradicional y popular de recoger y trasmitir los hechos y dichos de un personaje a los demás. Los alumnos rabínicos que escuchaban dichos y hechos a sus maestros, los trasmitían de memoria y de palabra a los demás sin escribir nada. De esta manera, oralmente, los discípulos, testigos directos de Jesús Nazareno, transmitieron sus dichos y hechos a los demás cristianos de la primitiva comunidad, que más tarde recogen por escrito llamándoles Evangelios. De este modo, también más tarde, nacen el libro judío Talmud y el libro Corán islamista.


La tradición oral evangélica comprende un tiempo de veinte a treinta años, que van desde la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles hasta la redacción escrita de los Evangelios. Recoge los hechos y dichos de Jesús relatados por los apóstoles, por sus familiares, particularmente, por su madre, María, y por los demás discípulos que los transmiten a otros fieles.
Los hechos de Jesús Nazareno de dar de comer al pueblo de Israel, perdonarle sus pecados, curar a los enfermos y resucitar a los muertos y sus discursos y sentencias quedaron grabados fuertemente en la memoria y el corazón de todos ellos; de tal modo, que los recordaban personalmente y los relataban públicamente en sus reuniones y celebraciones eucarísticas sin necesidad de ponerlos por escrito.


Esta transmisión oral de los relatos de dichos y hechos de la vida de Jesús sigue el esquema siguiente que, más tarde, seguirán los autores de los Evangelios escritos: la preparación de su ministerio, la predicación del Reino de Dios en Galilea, su sermón de la montaña, sus sentencias, sus milagros, sus comparaciones y consejos, su estancia y muerte en Jerusalén, su resurrección, su vida de resucitado, su ascensión a los cielos y la venida del Espíritu Santo


La primitiva comunidad cristiana de Jerusalén fue creciendo en número de fieles y creyentes. Sintió la necesidad de extenderse su fe a los ámbitos griegos y judíos de la diáspora. Para esta misión, provee a sus misioneros de unos pequeños recordatorios evangélicos, escritos en griego, sin ser los actuales Evangelio, que relatan y sostienen la tradición oral básica de los dichos y hechos de Jesús Nazareno. En estos primeros tiempos, los discípulos de Jesús se llamaban, al principio, nazarenos o hermanos, pasando a llamarse cristianos, más tarde, y por primera vez en Antioquia.


Papías, obispo de Frigia, hacía el año 130, confesaba, que prefería la tradición oral al contenido de los libros. Séneca ponía la palabra viva por encima de la palabra escrita. De ahí, la importancia de la tradición oral de la primitiva comunidad cristiana de Jerusalén como fuente primaria de la fe cristiana y origen de los Evangelios. De ahí, su gran valor histórico y dogmático
Los Evangelios, palabra griega que significa buena noticia, relatan por escrito los hechos y dichos de Jesús Nazareno. Tienen partes comunes y partes propias. Los escritores evangelistas tomaron las partes comunes de la tradición oral cristiana de la primera comunidad de Jerusalén, y añadieron a la parte común la parte propia. De este modo, nacen cada uno de los cuatro Evangelios.


Así, Mateo, discípulo directo de Jesús, añade a la parte común evangélica, su parte propia que es lo él vio y oyó y que no recoge la parte común. Marcos, que no es testigo directo, le añade a la parte común evangélica, lo que Pedro, testigo directo de Jesús, le relató. Lucas, que no es testigo directo, añade a la parte común, lo que vieron y oyeron los familiares de Jesús Nazareno, tales como María, madre de Jesús, y Juana, esposa de Cuza e intendente de la casa de Herodes Antipas, y lo que oyó decir a Pablo de Tarso. Juan, testigo directo, añade a la parte común evangélica, lo que vio y oyó a Jesús y que no recoge la parte común.


El Evangelio de Mateo, escrito primero en arameo entre los años 50 al 53 y dirigido a los judíos, es traducido al griego sobre el año 64. El Evangelio de Marcos, escrito en griego entre los años 55 al 62, está dirigido a la Iglesia Romana de entonces. El Evangelio de Lucas, escrito en griego en el año 63, el más completo y ordenado, está dirigido a todas las comunidades gentiles de lengua griega.


El Evangelio de Juan está escrito entre los años 96 al 104, en Éfeso, para completar los tres Evangelios anteriores y dar respuesta a los ambientes filosóficos helenistas que negaban la divinidad de Jesús Nazareno. Es el más espiritual y más divino de todos. Manifiesta que Jesús Nazareno es la revelación del Verbo e Hijo de Dios Padre, el Cristo (Mesías), camino, verdad, vida, pan de vida eterna y salvador de la humanidad para cuantos le crean, sigan y amen.
Anteriormente, Juan, discípulo predilecto de Jesús junto con Pedro y Santiago, el Mayor, ya habido escrito el Apocalipsis, entre los años 92 al 96, y un poco más tarde, sus tres cartas apostólicas.

José Barros Guede.
A Coruña, 3 de junio del 2008.

Ecclesia Digital

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