Al centro de todo programa económico, especialmente considerando la vasta y compleja red de relaciones que caracteriza la época post-moderna, hace falta que esté siempre la persona, creada a imagen de Dios y que Él ha querido para custodiar y administrar los inmensos recursos de la creación.
Benedicto XVI lo ha repetido, hablándoles a los participantes al congreso sobre el tema “El capital social y el desarrollo humano”, organizado por la Fundación Centesimus Annus. Sólo una cultura de la participación responsable y activa puede permitir a cada ser humano sentirse no usuario o testigo pasivo sino activo colaborador en el proceso de desarrollo mundial. El crecimiento económico - ha dicho - no tiene que estar separado nunca por la búsqueda de un desarrollo integral humano y social. Y los creyentes no tienen que olvidar la responsabilidad hacia los más débiles y necesitados.
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