Sunday, March 22, 2009

Exuberantes liturgias, rica religiosidad ¿un problema para el cristianismo en África?


En los años del postconcilio se libró en África una gran lucha entre conservadores y progresistas. Los primeros querían conservar a toda cosa el hieratismo y la “dignidad” de la misa en latín, los cantos gregorianos y algunos elementos asociados. Los segundos querían sacar el mayor provecho posible del acervo cultural de cada tradición para que la liturgia tuviera un significado mayor, más verdadero y profundo. En Ghana, si mal no recuerdo, se quería suprimir el golpe en el pecho y substituirlo por otro gesto más acorde con el sentimiento de arrepentimiento que debía representar ya que en aquella cultura el golpecito significaba “yo no tengo nada que ver,” lo cual estaba en las antípodas de lo que se quería expresar en ese momento litúrgico.

Esto viene a cuento de unas palabras que el Papa ha pronunciado delante de los obispos cameruneses, alertándoles sobre la exuberancia en la liturgia africana. Ciertamente que la liturgia de por sí debe ser medio y no obstáculo para entrar en diálogo y comunión con Dios, pero creo yo, en mi ignorancia, que quien tiene que valorar si es medio u obstáculo en un contexto cultural concreto no creo que sea la comisión o el dicasterio de disciplina de los sacramentos representado por un burocrático monseñor sito en un remoto y aislado uffizio romano a miles de kilómetros del sitio en cuestión, sino una comisión de teólogos y obispos que – dentro de ese mismo contexto – puedan sopesar cómo se pueden expresar los valores y las ideas centrales de la liturgia en la lengua y los gestos apropiados. Hace algún tiempo el P. Masiá SJ desde Japón ponía algunos ejemplos bien claros de cómo las rúbricas impuestas por el misal romano para la celebración de la Eucaristía resultaban gestos equívocos e incluso escandalosos para la cultura local. Ejemplos así podríamos nombrar cientos y muestran la gran complejidad del asunto que estamos hablando.

El comentarista (me imagino que de cosecha propia, no citando al Papa), dice que el pontífice está preocupado por la rica religiosidad africana que influye en las ceremonias y ritos procedentes de la tradición tribal y los sobrepone a la liturgia católica. La verdad es que no veo la causa de la preocupación. Hoy día es casi imposible que una diócesis o una conferencia episcopal pueda llevar a cabo una adaptación de la liturgia a los esquemas culturales locales. Incluso el mal llamado “rito zaireño” (cuyo principal libro litúrgico se llama “misal romano para las diócesis del Zaire” por lo tanto no es un rito como tal sino la adaptación zaireño/congolesa del ordo romano) ha sido una experiencia casi única en África que - tal como está el patio - será irrepetible en otros países en un futuro próximo.

Que me disculpen sus eminencias: La rica religiosidad africana no es un problema, ¿desde cuándo es un problema que haya en algún sitio una rica religiosidad? pocas personas hay tan creyentes y tan serios y consecuentes en su fe (sea la que sea) como los africanos. Lo que de verdad es un problema para nuestra querida Iglesia y debería serlo también para el Papa es la lánguida, desencantada y moribunda religiosidad europea (con la excepción de expresiones de religiosidad popular y otros eventos a veces lindando entre lo religioso y la expresión cultural/folklórica), con inmensos templos vacíos de fieles, con un claro éxodo de creyentes que abandonan la iglesia, con pobres expresiones espirituales y con una división cada vez más clara entre las afirmaciones de la jerarquía y lo que siente el pueblo cristiano.

En los años que llevo en África, puedo decir que en general la liturgia ha sido uno de los aspectos mejor cuidados por la iglesia local. Personas que han venido a visitarme de Europa se han quedado siempre profundamente impresionadas de las celebraciones litúrgicas porque; casi todos ellos me decían una frase que indefectiblemente se repetía cada vez: “esta gente vive lo que celebra.” ¿Se podría pedir algo más?

Sin duda que las celebraciones pueden elementos cuestionables, como cualquiera otra, pero en general se preparan concienzudamente y, sobre todo en las fiestas principales, los africanos saben expresar los más profundos misterios cristianos sin perder nunca la “dignidad” del acto.
Nunca he sentido que las liturgias africanas fueran celebradas sin respetar la dignidad de la celebración. Tal como está la cosa y viendo los vientos que soplan, seguro que para algunos la dignidad se recuperará eliminando cualquier elemento “distorsionante,” quitando los tambores, las expresiones de alegría y las danzas de la iglesia. Yendo mas allá, seguro que habrá quien piense que la dignidad se recuperará retornando al latín, volviendo la espalda al pueblo y poniendo reclinatorios para que la comunión sea de rodillas y en la boca. De todo hay en la viña del Señor.
Alberto Eisman
Blog "En clave de África"

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