Friday, August 14, 2009

LA HOAC se solidariza con los empobrecidos y homenajea a Tomás Malagón


Los colectivos más castigados por la actual crisis han centrado los trabajos de los participantes en la XII Asamblea General de la HOAC, en su segunda jornada. Los asistentes se han repartido en cuatro grupos para conocer y analizar la situación de los trabajadores precarios y explotados por el mercado laboral; los parados y empobrecidos por el mercado; las familias obreras y las mujeres trabajadoras incapaces de conciliar, y los inmigrantes desarraigados e indefensos.

En cada una de las cuatro comisiones se ha podido escuchar el testimonio directo de las víctimas de la economía, así como experiencias e iniciativas que los militantes de la HOAC llevan a cabo en sus diócesis, fruto de su compromiso y cercanía con los olvidados del sistema.

Los militantes de la HOAC quieren que sus vidas sean buena noticia para los más empobrecidos y fiel reflejo del Amor de Dios, revelado por Jesús de Nazaret. Durante la celebración del encuentro, como expresión pública de solidaridad, se está recaudando dinero que será destinado a algunos de los proyectos e iniciativas en las que están participando ya los militantes como Plataformas de Parados, Empresas de Inserción, Planes de Integración…, etc.

Por otro lado, uno de los actos centrales ha sido el homenaje a Tomás Malagón. Se cumplían 25 años desde su muerte y en la mesa de la Asamblea, Elías Yanes y Pepe Morales, daban buena cuenta de su trayectoria. Con sus relatos, el público asistente se sumergía en una intensa época, a veces vivida, otras imaginada. Hay quien tuvo el privilegio de compartir momentos con Malagón, pero la mayoría se contenta con sus escritos, su testimonio, su legado.

El emotivo recuerdo comenzó con la intervención del Arzobispo Emérito de Zaragoza que nos llevó a la primera referencia que tuvo en 1951, en una revista de Bruselas dedicada a la catequesis, sobre la formación de militantes y la mística de la HOAC. El texto, impregnado por una profunda admiración hacia Malagón, estaba firmado por el entonces consiliario general Eugenio Merino.

“Y es que Don Tomás fue un verdadero promotor y educador de militantes cristianos del mundo obrero y de otros movimientos eclesiales. Supuso toda una renovación pastoral, sin perder un ápice de fidelidad a la doctrina de la Iglesia”. Según Yanes, reivindicó una parroquia misionera; una acción que tuviera en cuenta el ambiente en el que se desarrolla; la necesidad de la experiencia apostólica para la formación del laicado y la ineludible adaptación de la Iglesia al mundo de hoy. Elías Yanes también hizo reiteradas referencias a Josep Cardijn, consiliario fundador de la JOC, y a su especial relación con Malagón.

Por su parte, Pepe Morales, militante de Sevilla, relató tres momentos capaces de describir lo que ha supuesto en su vida el encuentro con Tomás. El primero fue en 1970, había terminado sus estudios de Teología y la HOAC vivía una época convulsa internamente. A Morales le sorprendió la serenidad de sus palabras ante aquella situación. “En una ocasión le escuché decir que creer en Dios era una decisión libre de la persona, pero que una vez que lo decides, debes dejar que Dios lo organice todo en tu vida. Y era cierto, viéndolo vivir comprendí que esa era la fuente de su valentía”.

El segundo momento fue en unos Ejercicios Espirituales en los que, una síntesis que presentó Malagón sobre el mensaje cristiano, le sirvió para reorganizar su teología y clarificar cómo situarse en un suburbio a las afueras de Sevilla al que acompañaba. “Entendí que para llevarles el Evangelio, lo importante era la cercanía a la vida de ese pueblo empobrecido”, recuerda Morales.

Y para acabar su intervención, se retrotrajo a 1983, cuando la VI Asamblea General decidió reformular los planes de formación. Un año más tarde empaquetó sus cosas y, junto a su siempre compañera Adela, y su hijo, marchó a Madrid. El encargo: diseñar los nuevos planes de formación de la HOAC junto a Malagón. El reto era grande, pero no se sentía solo. “Una tarde nos despedimos como un día cualquiera y horas más tarde me llamaron para decirme que Tomás había muerto. Desde entonces no me volví a sentir solo en mi trabajo de reelaboración de la formación, le he encontrado ayudándome y guiándome”.

Un sonoro aplauso cerró el acto.

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