En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió: "Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa." Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy
Jesús dijo a sus discípulos que sacudieran el polvo de sus pies, para no ser influídos por aquellos que no los reciben ni acogen. Pido a Dios me ayude a no dejar que este "polvo" se pegue a mí y frene mi camino.
Jesús quería que sus discípulos se dieran cuenta que ellos no dependían de posesiones humanas, y que sólo debían confiar en Él. Señor, ayúdame a darme cuenta si tengo cosas apegadas a mí, y que estaría mejor si las dejara ir.
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