Monday, March 19, 2007

Cuaresma: HAITÍ




Una escuela donde se puede respirar


Cuando se le preguntó lo que más le gusta de su nueva escuela, Jean Jefson, de 16 años, contestó sin titubeos: "Que en la clase podemos respirar bien".
Antes, explicó, su clase se reunía bajo un árbol al lado de un arroyo en esta comunidad cercana a Côteaux, un pueblo de la costa sur de Haití. El arroyo atraía a vacas y cerdos que paseaban entre los estudiantes, defecando y levantando polvo. Durante la estación de las lluvias, las clases se cancelaban a menudo a causa del barro. "Antes apestaba por aquí", dijo Jefson. "Y nuestros uniformes siempre quedaban sucios".


Desde 1930, cuando comenzó a funcionar aquí una escuela pública, sucesivas generaciones de padres, estudiantes y maestros han esperado el día en que podrían contar con un edificio adecuado. Pero por una u otra razón ese día no llegó hasta septiembre de 2004.


En 2003, el comité de padres de estudiantes, cansado de esperar a que el gobierno iniciara la construcción de las instalaciones prometidas, comenzó a hacer este trabajo por su cuenta. Utilizaron terrenos cedidos por una cooperativa local, pequeños donativos para los materiales y se ofrecieron a trabajar gratis en las labores de cimentación. Cuando se había completado cerca de un 10 por ciento del proyecto, funcionarios de la agencia gubernamental FAES (Fonds d'Assitance Économique et Sociale) llegaron con noticias de que los recursos para la nueva escuela estaban por fin disponibles.


FAES reembolsó a la comunidad por el trabajo que habían realizado y, en cerca de cinco meses, completó el trabajo de acuerdo con los requerimientos oficiales. Las nuevas instalaciones consisten en dos edificios de cemento divididos en un total de siete aulas de clase, varias oficinas pequeñas y una biblioteca. Hay también baños exteriores y mobiliario básico, como mesas y pizarras.


"No se puede describir con palabras la gran diferencia que este cambio ha supuesto", declaró Destramy Cévenet, director actual del centro. "Hoy los maestros están contentos y tenemos todo lo necesario para dar una buena educación a los niños".


Bueno, casi todo. Hay siete maestros a tiempo completo con sueldos de entre 85 y 140 dólares mensuales, según su grado de experiencia. Cévenet asegura que necesitan más, y mejor pagados. Durante la visita, a pesar de que todos los niños lucían uniformes limpios y llevaban un cuaderno de escritura, no se veían libros de texto. En la nueva biblioteca tampoco había libros. Y las paredes de las clases carecían de carteles educativos, mapas, y otras ayudas visuales que suelen utilizar los maestros.


"No tenemos presupuesto para ese tipo de materiales", explicó Cévenet. En lugares más prósperos, la asociación de padres podría asumir esos costos, pero en esta parte de Haití los niños pueden considerarse afortunados si sus padres siquiera les estimulan a acudir a la escuela.
Paul Contance. Revista del Banco Interamericano de Desarrollo
http://www.mi-mail.cl/Redirect/www.iadb.org/idbamerica/index.cfm?thisid=3318


Ampliando miras: CANSADOS DE ESPERAR


En esta comunidad de Haití tienen claro la importancia de la educación. Pero para poder estudiar hace falta algo más que un profesor. Hace falta un espacio sin vacas o cerdos defecando. Hace falta al menos, un aula, una pizarra, pupitres, libros…

Es responsabilidad de los gobiernos que proporcionen a las comunidades, estos espacios adecuados. Pero 74 años son demasiados para seguir esperando. Ante la pasividad de las autoridades, llega el momento de la iniciativa popular.


Quien algo quiere, no puede seguir esperando.


GESTO PARA HOY:


Si trabajas en educación, pregunta a tus alumnos qué querrían cambiar o mejorar de tus clases. Escoge una propuesta y promételes realizarla.


¡Pero no tardes 74 años!


Oración:


Enséñanos, Señor, a unir nuestras manos y voluntades
para poder asegurar a los niños de todo el mundo

un puesto escolar en condiciones dignas y saludables

en el que todos y cada uno

puedan respirar a pleno pulmón.

Amén.



Más información de Haití aquí


Fuente: Ágora Marianista

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