Hoy, 02 de Agosto, la Iglesia se viste de rojo púrpura para conmemorar el nacimiento para el cielo de SAN EUSEBIO DE VERCELLI, en el aniversario de su martirio ocurrido el 1 de Agosto de 371 en Vercelli del Piamonte, Italia. Nacido en 283, en Cerdeña, Italia, fue Obispo de Vercelli. La Iglesia lo ha considerado entre sus santos inscribiéndolo en el Martirologio Romano. Unidos, pues, a la Iglesia de Italia y a cuantos hacen pública su fe, brindemos nuestro vivo aplauso a San Eusebio de Vercelli.
Hoy también la Iglesia se viste gala para conmemorar el nacimiento para el cielo del BEATO PEDRO FABRO, quién muriera santamente en un día como ayer de 1546 en Roma, Italia. Nacido en el año 1506 en Villaret, Francia, fue fundador junto con Pedro Canisio - de la primera casa de la Compañía de Jesús en Alemania y uno de los primeros compañeros de San Ignacio de Loyola. En el año 1872 el Papa Pío IX lo declaró Santo. Unidos, pues, a la Compañía de Jesús y a la Iglesia de Italia, brindemos nuestro vivo aplauso al Beato Pedro Fabro y a San Eusebio de Vercelli.
Meditación
Meditación
Querido SAN EUSEBIO DE VERCELLI, cuéntanos algo de tu vida...Crecí junto a mis padres y con ellos me trasladé a Roma. Aquí trascurrió mi juventud y, gracias a una buena educación religiosa, nació en mí el deseo de seguir el camino del sacerdocio. Mi primer cargo como sacerdote fue el de Lector de la Sagrada Escritura pero, poco después, cayó sobre mis espaldas un serio cargo de responsabilidad. Fuí nombrado Obispo de la ciudad de Vercelli. Era el primer Obispo que tenía esta ciudad. Tomé la carga confiando en la ayuda de la providencia y, desde el principio mi atención principal fue el Clero. A fin de impulsar su crecimiento espiritual y humano, dispuse que los sacerdotes de mi Diócesis vivan en comunidad, semi conventual, al estilo de las tardías comunidades de monjes de San Agustín, cosa que muchos apreciaron, aunque no todos estuvieron de acuerdo. A mis sacerdotes escribí las mejores cartas, que eran un testimonio auténtico de lo que yo vivía por ellos en mi corazón. Cuando tuve 71 años, recibí del Papa Liberio el encargo de participar en el Sínodo de Milán, en el que fuera condenado Atanasio, Patriarca de Alejandría. Vaya tarea difícil! Yo, en conciencia, no estaba de acuerdo con esta condena por lo que me opuse abiertamente. Esto motivó que me exiliaran a Palestina, en donde permanecí 7 años, hasta que el Emperador Juliano el Apóstata ordenó mi repatriación junto con otros obispos. A mi vuelta continué combatiendo la doctrina arriana, por lo que tuve muchos problemas con sus seguidores y tuve un gran gozo: adaptar el antiguo templo pagano de la Diosa Vesta en la primera Catedral de Vercelli e introducir el nuevo ritual litúrgico.
Radio Vaticano
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