
Educación para salir de la pobreza
Rodrigo Alarcón es egresado de derecho de la Universidad de Chile y uno de los gestores del Proyecto educacional AprenDamos que tiene tres años de vida y se desarrolla en la Capilla Jesús con los Pobres, de la población La Bandera. El principal eje de este proyecto es el servicio de preuniversitario para los y las jóvenes de la población, que escasamente pueden optar a una preparación especializada para rendir la PSU.
Desde su labor como encargado del Área de Orientación Vocacional del Preuniversitario ha visto cómo los jóvenes se esfuerzan por salir de las precaria condiciones sociales en las que viven. “Van tomando conciencia de su dignidad como personas, de las capacidades que tienen y la importancia de desarrollarlas y sacarles provecho. Asimismo observo en ellos ganas de cambiar el rumbo de sus vidas, sobreponerse a las injusticias y postergaciones que muchos han vivido por el hecho de ser “protagonistas” de la mala educación y de la inequidad del sistema educativo de nuestro país”
¿Cuál ha sido la respuesta de la comunidad a este trabajo?
En innumerables ocasiones los pobladores han sido objeto de grandes ofrecimientos de ayuda social. Sin embargo, la mayoría de las veces todo eso se ha desfigurado y ha quedado sólo en buenas promesas, creando desconfianza y también sembrando la desesperanza en la población. Nuestro proyecto ya es reconocido por ellos, creemos que hemos ido sembrando correctamente y el desafío es seguir haciéndolo, con responsabilidad, entrega y la búsqueda constante por brindar un servicio cada día más profesional acorde con nuestra formación universitaria y que esté a la altura de la dignidad de las personas que han confiado en nosotros.
¿Por qué entregas tu servicio profesional a esta labor?
Me siento súper comprometido en usar mi profesión como medio para combatir la pobreza y lo tengo asumido como parte de mi vida. Pienso que en la medida que uno se forma como profesional, debe luchar por la superación de la pobreza y la construcción de una sociedad más justa, a través de los conocimientos adquiridos.
¿Qué mensaje te gustaría entregar a los jóvenes del Bicentenario?
Quienes han recibido en mayor o menor medida oportunidades para desarrollar sus capacidades intelectuales tienen una obligación ética de devolver a la sociedad parte de lo que han recibido, poniendo a disposición de ella lo mejor de sus capacidades y conocimientos, colaborando en la tarea de promover una cultura de la solidaridad y justicia social. Por otra parte, creo en un Dios que tiene rostro y que se revela en mi vida con rasgos concretos. En ese sentido, me siento totalmente interpelado a vivir mi fe en Dios, es decir, ese profundo amor y encuentro personal con el Señor, en la entrega a mis hermanos.
Por Marcela Maldonado y Giselle Vargas
VPU
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