Monday, December 08, 2008

Retazos de un Diario de Adviento


Por Inma Soler Lunes.


Me levanto sostenida por Ti. Tú das sentido a todo: la visita al hospital con Mary (llegó a casa hace unos días con su pequeño Manuel, escapando de las redes de la prostitución...



...sin hablar español ni entender siquiera el tratamiento de su niño gravemente enfermo, pero con la esperanza de una vida más digna); hacer la comida; escuchar a Juan que acaba de salir de la cárcel y sueña con un futuro distinto; estar un rato Contigo, en silencio; acoger a Linda, que acaba de llegar a la casa, sin nada, pero con deseo de levantarse de su postración, de ponerse en pie; los besos y abrazos de Manuel; la oración de vísperas al acabar el día, dando gracias; la cena y el descanso junto a mis hermanas de comunidad... ¡Está tan preñada la realidad de Tu presencia!



Martes. Te presentas en fragilidad y pequeñez, ocultamente... El Reino avanza (se acerca la Navidad). Ciegos que ven, cojos que andan, enfermos que son visitados, presos que se quedan libres, hambrientos que comen, ¡pobres que experimentan la buena noticia...! Toni, Joy, MªCarmen, Mary, Blessing, Fran,... La salvación se alumbra desde abajo, ¡ven Señor Jesús!



Miércoles. Son las 2:20 de la madrugada. Vengo del Polígono de Villaverde, donde se ejerce prostitución. Frío, desolación, “tráfico de sufrimiento”. Marlen decía: “creen que estamos aquí porque nos gusta, que ganamos mucho dinero. ¡No saben de nuestro dolor! Al principio lloraba sin parar. En Ecuador dejé a mis hijos, el pequeño con un año. Con todo, Dios me da fuerza para seguir adelante”.



Jueves. Estas últimas noches vienes a “arroparme” y descanso todo en Ti, en tus manos. Cada vez es más fuerte Tu llamada: “Allana, prepárame el camino que vengo. Quiero vivir en tu casa, encontrar en ti mi posada...”.



Viernes. Esta tarde hemos ido al hospital a visitar a una mujer africana que ingresó apaleada, desnutrida, enferma... y no tiene dónde ir. Su rostro, su mirada triste, ha ido cambiando a lo largo de la conversación, sus ojos han empezado a brillar. Su cuerpo que estaba encogido se ha ido soltado, abriendo a la vida. Se llama Sandra. Mañana vendremos a por ella. ¡Bienvenida a casa!



Domingo. Hemos disfrutado este mediodía con las chicas. La comida de los domingos se parece a aquel banquete de profeta Isaías: de todos los países y colores, sin “etiquetas” (ni prostituta, ni toxicómana, ni enferma mental, ni sin techo, ni inmigrante sin papeles...): Sandra, Joy, María, Silvia, Esther... Con sabor a familia, a fraternidad del Reino. ¡Festejando al Dios de la vida, siempre más fuerte!



[Inma es parte de una comunidad de mujeres consagradas que intentan vivir el Evangelio entre los pobres y excluidos, especialmente en el mundo de la prostitución. Sus comunidades son casas de acogida para mujeres que quieren salir de su situación de exclusión y no tienen apoyos. Comparten con ellas el techo, el pan, la palabra, las luchas y esperanzas cotidianas].



Jesuitas de Castilla

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