Monday, February 02, 2009

Algo para pensar y orar en esta semana


Como un terapeuta, tengo que ser metodológicamente ateo. No puedo suponer que todos creen en Dios. Dios nos regaló nuestros corazones; si tú puedes visualizar tu corazón sano, puedes tenerle confianza. Amigos religiosos a veces protestan que a veces escribo ideas que no destacan el factor de Dios. Yo concibo el factor de Dios en una relación con personas, en la cual puedo ayudarlas para alcanzar la salud y libertad de su ser interior. Freud nos entregó una elegante definición de la salud mental: poseer la habilidad para amar y trabajar. Si yo puedo ayudar a una persona para que vuelva a amar (y a trabajar si su edad se lo permite), si puedo ayudar a que el amor fluya nuevamente en su familia, el Señor se hace presente. No necesitamos una estampa del Sagrado Corazón. Dios está ahí.
Una frase de las Escrituras que siempre me acompaña es la que dice que el amor de Dios se derrama en nuestros corazones gracias al Espíritu Santo que nos ha sido regalado. Veo esta realidad al encontrarme con personas en graves problemas, a menudo llorando, bajo una gran tensión emocional; pero bajo su angustia, siguen siendo conducidas por el amor.
Espacio Sagrado

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