Thursday, February 26, 2009

Los ¿por qué?


Dicen que hay una etapa en la infancia en la que los “¿por qué?” tienen una importancia decisiva en la psicología infantil. Sobre cualquier situación, acontecimiento o afirmación, el niño pregunta: ¿por qué? Y estos se enlazan uno tras otro hasta aburrir. Es una necesidad psicológica, porque la curiosidad por una parte, y la falta de conocimientos, por otra, hacen que surjan continuamente las preguntas. Podríamos decir que preguntar es un método de conocimiento. Y esto vale, también, para los adultos. Sin embargo, ocurre que el adulto, muchas veces, tiene reparo o vergüenza en preguntar, para que no le consideren ignorante; cuando, en verdad, los que suelen preguntar suelen ser los más inteligentes e inquietos intelectualmente, porque son los que mejor ven las dificultades o más deseo de saber manifiestan.

Y toda esta digresión ¿a qué viene? Viene sencillamente, porque me he dado cuenta de que preguntamos poco. Y ello obedece a tres posibles razones: a) nos da vergüenza, b) nos creemos que ya lo sabemos todo, c) somos poco inquisitivos y nos contentamos con aceptar las cosas, las afirmaciones y los hechos sin ver a qué obedecen, o sin constatar su veracidad o su razón de ser. La inmensa mayoría de la gente, acepta las cosas que “siempre se han dicho” o “siempre se han hecho” sin preguntarse el “por qué” se dicen o se hacen.

Ciñéndome a las afirmaciones en el terreno de la Iglesia o de lo religioso, ¿cuánta gente se hace la pregunta: ¨por qué?”. ¿Por qué se dice que el Papa es infalible? ¿Por qué se cambiaron algunas partes del Padrenuestro? ¿Por qué ahora se puede comulgar en la mano cuando antes estaba prohibido tocar la sagrada hostia? ¿Por qué se ha retrasado notablemente la edad de la Confirmación? ¿Por qué se hacen una serie de signos, y qué significan los mismos, en la celebración del bautismo? ¿Por qué las mujeres no pueden ser sacerdotes? ¿Por qué no se pueden casar “los curas”? ¿Por qué la Iglesia no admite el divorcio?… Y podríamos seguir poniendo mil “por qués” más.

Muchas veces la gente se contenta con criticar o no aceptar algunas cosas, sin preguntarse el “porqué” de las mismas. Y yo me pregunto: ¿por qué?
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