Fueron los Judíos los que nos enseñaron a respetar el Sabbath, aunque lo continuaron en el día que llamamos Sábado. El Libro del Génesis nos muestra a Dios descansando el séptimo día. Ese relato del principio de la Biblia no es historia, sino que es un mito, una forma pintoresca de entregarnos una verdad vital: que Dios existió antes del mundo y antes del tiempo, y es el Creador de todo lo que existe. El concepto del trabajo duro y creativo durante seis días, y luego el descanso en el séptimo, se ha incorporado profundamente en la historia humana. El Sabbath, ya sea se celebre en Sábado o Domingo (o en Viernes como lo hacen los Musulmanes), no solamente es un día de descanso. Es el Día del Señor, día en que entregamos nuestro tiempo a Dios, y es una idea simple y alegre.
El padre del Monasticismo, San Benedicto, tenía una preciosa frase para este día: "Vacare Deo"; "Encontrando un espacio para Dios". Significa que debemos cambiar el ritmo de nuestra vida, tomarlo con calma, detenerse luego de una semana de trabajo y ver hacia dónde vamos. Para algunos significa ir más lento, si han tenido una actividad intensa en la semana. Para otros, especialmente a medida que envejecemos, cada día es igual al anterior, por lo que no necesitamos ir más despacio.
Espacio Sagrado
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