Wednesday, February 04, 2009

Apenas concluido Belém… ya se mira hacia el futuro

04-Febrero-2009 Sergio Ferrari


El domingo se clausuraba el IX FSM y publicábamos ya un par de crónicas. En una de ellas se resaltaba la especial participación juvenil en éste. Sabíamos que a los promotores de los foros preocupa cómo encauzar operativamente toda la fuerza que allí se manifiesta. Decía Houtart, uno de los líderes, hace poco: “Resulta fácil levantar una pancarta y reunir detrás 200.000 personas. Pero hacer un plan operativo mundial y coordinar a agentes sociales y políticos es lo difícil“. Sergio en el primer artículo y Maria Russo en el segundo hablan de esto en sendas crónicas conclusivas del evento.


El Foro Social Mundial (FSM) de Belém de Pará, Brasil, bajó el telón la noche del domingo 1º de febrero. Los organizadores expresaron su satisfacción sobre el evento que reunió a 133 mil personas según cálculos oficiales. Casi sin descanso ni pausa, ya comienza el trabajo para la próxima edición del 2011.


El optimismo local

Con la clausura del FSM, los organizadores ya comienzan a mirar hacia el futuro.
Y aunque el Consejo Internacional (estructura de facilitación del FSM) decidirá sólo en los próximos meses el lugar de la próxima edición en 2011, las alternativas parecen ser claras.
“Estamos convencidos que el próximo Foro lo organizaremos nuevamente en Africa” declara a este corresponsal el senegalés Taoufik Ben Abdallah, representante del Foro social africano en Belém.


En cuanto a los posibles países, Ben Abdallah anticipó las candidaturas ya presentadas de Senegal y Africa del Sur. “Sin embargo sabemos que habrá otras propuestas”.
Un sector de miembros brasileros del Consejo Internacional no escondió la posibilidad de imaginar un Foro realizado en los Estados Unidos, posiblemente en alguna zona de la frontera sur.


“Debemos reflexionar a fondo si es viable o no esta opción que en todo caso sería innovadora”, subrayó a este corresponsal Francisco Chico Whitaker, miembro de esa instancia.


La confianza en el futuro viene del balance positivo del evento de Belém, reconoce Cândido Grzybowski, activo miembro del equipo de organizador – y fundador del FSM. Responsable de comunicar las cifras oficiales definitivas: 133 mil participantes, de 142 países.


En torno a 2.300 actividades inscritas –todavía no se contabiliza las que no se llevaron a cabo- promovidas por 5808 entidades inscritas. Entre ellas casi 4.200 de América Latina, un poco menos de 500 de Europa y casi el mismo número de Africa.
Europa tímida


La relativamente escasa participación europea en este Foro, “responde a una situación muy difícil que vivimos en el continente”, enfatizó en entrevista exclusiva Rafaella Bollini, dirigente de ARCI – Italia (una de las más grandes organizaciones culturales de su país) representante del Foro Social Europeo en Belém.


“Estamos inmersos no sólo en una crisis social sino también cultural. Estamos condicionados y no somos capaces de salir de un pensamiento de acumulación, de crecimiento, de mistificación del mercado, completamente desconectados de la naturaleza”, insistió.


En ese marco, “la resistencia de los movimientos sociales, no sólo se confronta con las políticas gubernamentales sino también con una buena parte de la izquierda política, hija de este paradigma mercantil”, explicó Bollini.


De allí que las alternativas europeas y del Sur, según la dirigente del FSM deben crearse en común entre actores sociales de todo el planeta. “Belém ha sido un ejemplo muy oportuno de esta búsqueda”, sintetizo Bollini subrayando la importancia de la Asamblea de las Asambleas con la que se cerró el FSM.


Pistas alternativas

La tarde del domingo, 22 asambleas sectoriales presentaron en un plenario al aire libre –amenazado al inicio por una lluvia torrencial- sus conclusiones.


Desde los pueblos originarios de la Amazonia hasta los grupos afro-descendientes, pasando por las ONG e intelectuales que habían analizado durante 4 días la crisis financiera y aquellos especialistas que se dedicaron a la crisis ambiental o los que analizaron la comunicación y los medios de información.


Si de la crisis financiera se refiere, algunas de las propuestas surgidas del FSM tienden a exigir a los Estados invertir más en lo social y en la promoción del bien público-común, sin quedarse solamente en el rescate del sistema bancario y financiero.


También propone una mayor democratización de las instituciones financieras internacionales; activa solidaridad económica intra-regional; mayor peso de las Naciones Unidas en el control de los temas económicos y financieros.


Para los periodistas y comunicadores sociales, el desafío pasa por un mayor control ciudadano de los medios (Observatorios de la información); por el desarrollo de los medios alternativos y comunitarios; por la abolición de la frontera digital Norte-Sur y por un internet gratuito para todos.


Los pueblos indígenas, por su parte, anticiparon la lucha por la tierra y el territorio como una temática esencial de su reivindicación cotidiana. El combate contra las grandes multinacionales extractivas y de bio-carburantes; así como el replanteo radical del modelo actual de desarrollo, “confrontando la visión de sobre consumo del Norte y de las élites del Sur”.

Sergio Ferrari,
colaboración de E-CHANGER ONG de cooperación solidaria co-organizadora de la delegación a Belém


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“Globalicemos la esperanza”

Sandra Russo, Página 12 de Argentina


El balance del noveno Foro Social Mundial que culminó el domingo tiene algunas líneas claras y muchas señales de alerta. La crisis global, oportunidad inesperada para encauzar las luchas populares. La educación y la organización. El trabajo por delante.


Otro mundo es posible y ese otro mundo ya asomó la cabeza por la vulva afiebrada de este planeta que puja que sobrevivir. En ese otro mundo neonato, incubado durante décadas en las entrañas de América latina, esto es, en la oscuridad de sus masas, en la organización de sus hijos más débiles, habrá que repeler las frases hechas aunque vengan del vocabulario de la izquierda.

¿Cómo separar lo importante de lo anecdótico? ¿Cómo evitar que las recetas, los manuales, las fórmulas empañen el camino que debe abrir cada pueblo? El balance de este noveno Foro Social Mundial (FSM) tiene algunas líneas claras y muchas señales de alerta que no son en absoluto menores. Las líneas claras, esbozadas de manera coincidente por los cinco presidentes de la región que participaron y por los participantes de miles de debates y paneles, rezan que el neoliberalismo fracasó, que dejó un mundo no sólo globalizado sino también terminal:


Que la crisis global es una oportunidad inesperada y fabulosa para encauzar luchas que tienen historia, identidad, pueblo y principios detrás. Que la idea de Estados nacionales invisibles y políticamente serviles fue el felpudo en el que se limpió los zapatos el capital transnacional que ya se independizó de las respectivas burguesías.


Que América latina no es un mero escenario exótico donde pueden desembarcar aún bienintencionadamente ideólogos del mundo central y poderosas organizaciones no gubernamentales para reemplazar con sus propuestas el diseño de una emancipación que debe estar a cargo de sus protagonistas reales.


Y que para eso, hay dos palabras que deben ser mucho más que palabras repetidas, que deben ser el punto de partida para que esta vez América latina adquiera la forma que quieran darle los latinoamericanos: educación y organización.


Este noveno FSM fue acaso el más esperanzador de todos. “Globalicemos la esperanza”, se grita por ahí. La esperanza es en efecto lo que alentó a miles y miles de movimientos sociales y organizaciones comunitarias para seguir trabajando día a día y sin descanso durante una larga década de corriente en contra. Pero ahora la corriente está a favor, y el otro grito, “el pueblo unido jamás será vencido”, abre el primero de los interrogantes que deja este FSM: ni nuestros pueblos ni la izquierda en general se caracterizan por la unión o por su habilidad en encontrar consensos, sino por su inquietante fascinación por los matices. Ahí está el primero de los grandes desafíos que se abren: ser capaces de subordinar algunos criterios y objetivos en pos de los grandes consensos que permitan a la región ponerse en valor en el mundo merced a sus increíbles riquezas y recursos.


De los presidentes que participaron del FSM (nunca participó ninguno y esta vez fueron cinco), Evo Morales fue el que lo dijo mejor: “Si yo estoy en la presidencia de Bolivia, es gracias a ustedes, compañeros”. Lo dijo ante los movimientos sociales y no se dirigía a un movimiento particular, sino a las bases como motor y núcleo de sentido de su trabajo como presidente. El líder del MST, los Sin Tierra brasileños, Joao Pedro Stedile, opinó que sólo en Bolivia las masas ascendieron al poder, mientras en los restantes países de gobiernos progresistas la política toma otros rumbos y oscila entre satisfacer a las bases y tranquilizar a las burguesías. En este sentido, ese otro mundo posible se verá obligado a repensar la política y a sacudirse prácticas clientelistas que obstruyen la construcción de ciudadanía. Sólo hombres y mujeres convencidos de lo que defienden y en condiciones de actuar en consecuencia a sus ideas serán capaces de sostener a gobiernos que se animen a cambios estructurales. Las roscas superestructurales pertenecen al Viejo Mundo, en el que el poder no es fruto de la suma de voluntades sino de acuerdos que no siempre son confesables.


La reivindicación unánime del Estado como agente de control, supervisión, intervención y equidad también requiere pensar profundamente qué rol les cabe a las organizaciones no gubernamentales, surgidas en un tiempo en el que los Estados eran maquetas escenográficas y la sociedad civil no podía defenderse ni expresarse de otro modo. Muchas de ellas, generalmente europeas, han hecho un trabajo magnífico y han financiado programas que mejoraron la situación de millones de personas en todo el continente. Pero en este nuevo contexto es necesario revisar el papel que les cabe, ya que en este otro mundo posible los pueblos y sus gobiernos ya pueden entenderse sin intermediarios, y lo “no gubernamental”, que en otro tiempo implicaba autonomía de la manía neoliberal de una generación política, hoy requiere una nueva lectura.


El mercado quebró. Ya basta de obedecer a los que fracasaron. No salvemos a los bancos, salvemos a la gente. Lo económico y lo ambiental van de la mano. Soberanía latinoamericana sobre los recursos latinoamericanos. Una moneda común. Un cambio ético. Lo colectivo por sobre lo individual. Tolerancia cero al analfabetismo. Alerta roja ante los nuevos disfraces del capital transnacional, especialmente los vinculados con los monocultivos y las semillas transgénicas. Socialismo del siglo XXI. Políticas de Estado regionales. Cooperación en áreas estratégicas. Formación de cuadros políticos y sociales como reaseguro de un proyecto democrático y popular de largo alcance. Son sólo algunas de las certezas que deja este FSM. Los hitos en un camino plagado de obstáculos. El trabajo que tenemos por delante.

ATRIO

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