Thursday, February 12, 2009

Caso “obispos lefebvristas”: diez claves de aproximación

Las polémicas tras la revocación de las excomunicaciones y declaraciones varias y los caminos para la comunión


Con fecha 21 de enero de 2009 la Congregación para los Obispos emanó un decreto de levantamiento de la excomunión de los cuatros obispos de la Fraternidad San Pío X –los llamados obispos lefebvristas-, en la que habían incurrido al recibir ilegítimamente la ordenación episcopal el 30 de junio de 1988 de manos del arzobispo francés Marcel Lefèbvre (1905-1991), quien también incurrió en dicha excomunión “latae sententiae”.

El citado decreto de levantamiento de las excomuniones fue hecho público por la Santa Sede tres días después. En estas mismas fechas la opinión pública conocía unas declaraciones previas –de finales de noviembre- a una televisión sueca de uno de estos cuatro obispos, el británico Ricard Williamson. En ellas minimizaba el holocausto (“shoa”) a los judíos y las cámaras de gas de los campos de concentración nazi. A partir de entonces y de otras desafortunadas declaraciones, se precipitaron los acontecimientos y arreció la polémica, con graves e injustas descalificaciones al Papa.


¿Qué es lo que ha pasado? ¿Cuál es su historia? ¿Cuáles son las claves de interpretación de los hechos? ¿Cuáles son los caminos para su solución

1.- La génesis del “cisma” lefebrviano.

Tras La clausura en 1965 del Concilio Vaticano II, el arzobispo francés Marcel Lefèbvre, antiguo misionero en Senegal y primer arzobispo de Dakar, comienza a discrepar en público de algunos documentos conciliares, en especial los relativos a la reforma de la Liturgia (Constitución “Sacrosanctum concilium”), al ecumenismo (Decreto “Unitatis redintegratio”), a la libertad religiosa, (Declaración “Dignitatis humanae”) y al diálogo interreligioso (Declaración “Nostra aetate”), sobre todo, el primero y el último.

Progresivamente su actitud crítica hacia el Vaticano II se encona, renuncia en 1970 al gobierno pastoral de la archidiócesis francesa de Tulle –a donde había destinado tras regresar de Senegal- y funda en Ecône (Suiza) un seminarista tradicionalista, que durante seis fue autorizado por la Santa Sede.


En aquel año de 1976 Lefèbvre ordena trece sacerdotes sin la autorización de la Santa Sede. A estas ordenaciones sacerdotales sin los correspondientes permisos siguen otras. El Vaticano, con la legislación vigente en la mano, se ve obligado a proceder a su suspensión “a divinis”, es decir, a revocar las licencias para ejercer públicamente funciones episcopales y sacerdotales.


Lefèbvre se enroca y se atrinchera en sus ideas y en sus seguidores, negando validez al magisterio del Concilio Vaticano II y desobedeciendo al mismo Papa Pablo VI, mientras proclama los valores de la llamada “tradición católica”.

2.- El seminario de Ecône y la Fraternidad San Pío

Con la llegada de Juan Pablo II, el arzobispo francés piensa que la situación ha cambiado a su favor y se “crece”. En 1979 funda la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. Vuelve a hacerse cargo del seminario de Ecône y abre otros centros de formación sacerdotal, escuelas y monasterios, incluso en Francia sus seguidores toman “a la fuerza” diversas parroquias.


En 1983 Lefèbvre cede la dirección de la Fraternidad al alemán Scmideberger, aunque continúa bajo su tutela e inspiración. La Santa Sede, en aras a encontrar la plena comunión, permite bajo ciertas condiciones y bajo la autorización del obispo diocesano correspondiente la posibilidad de celebrar la Eucaristía según el rito anterior a la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II. Es la llamada Misa Tridentina, en latín y de espaldas a los fieles (o el sacerdote mirando al altar, como se prefiera).


3.- El cisma: las ordenaciones episcopales ilegítimas de 1988


Los gestos ecuménicos y de diálogo interreligioso del Papa Juan Pablo II en 1986 (la visita a la sinagoga de Roma y el encuentro de Asís) provocan las iras y las críticas del anciano arzobispo Lefèbvre, quien dos años más tarde dará el paso fatal y definitivo hacia el cisma. El 30 de junio de 1988, sin el preceptivo mandato de la Santa Sede y contraviniendo las órdenes expresas del Vaticano, Lefèbvre ordena cuatro obispos. Al día siguiente, 1 de julio de 1988, la Santa Sede se ve obligada a publicar la correspondiente y automática sanción canónica para el obispo ordenante y los cuatro obispos ordenados: excomunión “latae sententiae”. Los cuatro obispos ordenados son Bernard Fellay, Bernard Tissier de Mallerrais, Ricard Wiliamson y el español (Cantabria, 1957) Alfonso de Gallarreta.


Sin que los datos exactos estén lo suficientemente contrastados y oscilen según versiones, la Fraternidad Sacerdotal San Pío X está actualmente integrada por cuatro obispos y un millar de clérigos de rito latino tradicional. Son 491 sacerdotes, 215 seminaristas –de ellos 30 católicos orientales ucranianos-, 117 monjes y 164 religiosas, algunas de ellas monjas contemplativas en cinco conventos carmelitanos. El número de fieles seglares oscilaría, según las fuentes, entre cien mil y seiscientos mil. La Fraternidad está presente en 31 países, tiene 6 seminarios, 2 universidades, 88 escuelas y 159 prioratos.


4.- La Comisión Pontificia “Ecclesia Dei” y la Misa anterior a 1970

Al día siguiente de la excomunión, Juan Pablo II crea la Comisión Pontificia “Ecclesia Dei”, destinada a facilitar la plena comunión eclesial de todas aquellas personas, que vinculadas con la Fraternidad Sacerdotal San Pío, deseen permanecer fieles y unidos al Papa y a la Iglesia católica.


Lefèbvre muere en 1991. El núcleo principales de sus seguidores permanecen en la Fraternidad, otros retornan al seno de la plena comunión con la Iglesia, mientras la Comisión Pontificia “Ecclesia Dei”, trabaja en su empeño de tender puentes y vías de diálogo y de encuentro.

En este afán del Vaticano en pro de la unidad, se inserta el gesto del Papa Benedicto XVI de liberalizar y “universalizar” como rito extraordinario para la celebración de la Eucaristía la autorización de la Misa anterior a la reforma de 1970. Lo hace mediante la carta apostólica dada como motu proprio “Summorum pontificum”, fechada el 7 de julio de 2007.

“Mirando al pasado, a las divisiones que a lo largo de los siglos han desgarrado el Cuerpo de Cristo, se tiene continuamente la impresión –escribió Benedicto XVI en julio de 2007 al liberalizar el uso de la liturgia romana anterior a la reforma de 1970- de que en momentos críticos en los que la división estaba naciendo, no se ha hecho lo suficiente por parte de los responsables de la Iglesia para conservar o conquistar la reconciliación y la unidad…. Esta mirada al pasado nos impone hoy una obligación: hacer todos los esfuerzos para que a todos aquellos que tienen verdaderamente el deseo de la unidad se les haga posible permanecer en esta unidad o reencontrarla de nuevo”.


5.- El decreto vaticano de 21 de enero de 2009

A partir de entonces las posiciones se acercan. El superior general de la Fraternidad San Pío X pide el levantamiento de las excomuniones. Incluso todo parecía indicar que se lograría algún tipo de acuerdo previo en el entorno al 29 de junio de 2008, a última hora –según fuentes periodísticas- desbaratado por los propios lefèbvristas.


Con fecha 15 de diciembre, Fellay reitera por escrito al Papa la petición de perdón, expresa la aflicción que les causa la excomunión y muestra la firma voluntad de permanecer católicos y unir sus fuerzas al servicio del Papa. Dice aceptar “con ánimo filial” las enseñanzas de la Iglesia y “creer firmemente en el primado del Papa y en sus prerrogativas”.


El decreto vaticano de 21 de enero de 2009 levanta las excomuniones, como benigno, misericordioso y paternal gesto del Papa. Y manifiesta su confianza en que se seguirán los pasos progresivos encaminados a la completa reconciliación y plena comunión.


El 24 de enero, fecha de la publicación del decreto, Fellay escribe al Papa una carta de agradecimiento. El texto, correcto en líneas generales, resulta insuficiente cuando niega la validez de las excomuniones de 1988 y cuando, de modo quizás presuntuoso, ofrece al Papa la ayuda de la Fraternidad “para remediar la crisis sin precedentes que sacude actualmente al mundo católico”.


6.- Declaraciones sobre el holocausto o “shoà”

Sin embargo, la “tormenta” ya estaba cargada y desatada. Los problemas ya estaban incubados con las declaraciones previas de Williamson, uno de los cuatro obispos lefèbvristas a quien se les había levantado la excomunión. Son sus conocidas y aberrantes declaraciones sobre la “Shoa”.

Así las cosas y mientras comenzaba a prender la chispa de la polémica, el Papa Benedicto XVI explicó personalmente el sentido del decreto del 21 de enero, sus expectativas y el camino a recorrer la plena comunión:”Precisamente para cumplir este servicio a la unidad, que califica de modo específico mi ministerio de Sucesor de Pedro, decidí hace días conceder el levantamiento de la excomunión en que habían incurrido los cuatro obispos ordenados en 1988 por monseñor Lefèbvre sin mandato pontificio. He realizado este acto de misericordia paterna, porque repetidamente estos prelados me han manifestado su vivo sufrimiento por la situación en la que se encontraban. Espero que a este gesto mío le siga el solícito empeño por su parte de dar los pasos ulteriores necesarios para llegar a la plena comunión con la Iglesia, dando así testimonio de fidelidad verdadera y de verdadero reconocimiento del magisterio y de la autoridad del Papa y del concilio Vaticano II”.


A renglón seguido, Benedicto XVI dejaba clara e inequívoca, una vez más, su postura y la postura de la Iglesia sobre la “shoa”: “En estos días, en los que recordamos el Holocausto, me vuelven a la memoria las imágenes recogidas en mis repetidas visitas a Auschwitz, uno de los campos de concentración en los que se consumó la brutal matanza de millones de judíos, víctimas inocentes de un ciego odio racial y religioso. A la vez que renuevo con afecto la expresión de mi plena e indiscutible solidaridad con nuestros hermanos destinatarios de la Primera Alianza, espero que la memoria del Holocausto impulse a la humanidad a reflexionar sobre el imprevisible poder del mal cuando conquista el corazón del hombre. Que el Holocausto sea para todos advertencia contra el olvido, la negación o el reduccionismo, porque la violencia hecha contra un solo ser humano es violencia contra todos. Ningún hombre es una isla, escribió un conocido poeta. Que el Holocausto enseñe, tanto a las personas mayores como a las nuevas generaciones, que sólo el fatigoso camino de la escucha y del diálogo, del amor y del perdón, conduce a los pueblos, las culturas y las religiones del mundo a la anhelada meta de la fraternidad y de la paz en la verdad. ¡Que la violencia nunca más humille la dignidad del hombre!”.


8.- Otros “frentes” abiertos

Además no solo esta polémica seguía viva hasta una conversación personal a través del teléfono del Papa Benedicto XVI con la canciller almena Angela Merkel –amén del malestar, ya sofocado, de distintos Rabinatos-, sino que se abrían nuevos frentes: los responsables territoriales de la Fraternidad en norte de Italia y en México, los sacerdotes Mérano y Abrahamovicz, respectivamente, se despachaban a gusto con insultantes descalificaciones al Concilio Vaticano II, y lo que es más grave aún, otro de los obispos lefèbvristas, el francés Tissier de Mallerais descubría sus cartas: “Nosotros no cambiamos nuestra posición, pero tenemos intención de convertir a Roma, es decir, de llevar al Vaticano hacia nuestra postura”, amén de subrayar que no aceptarán el Concilio Vaticano II.


En este mismo sentido se manifestaba Pier Paolo Pietrucci, “prior” de la Fraternidad en Rímini (Italia), quien valoraba el levantamiento de las excomuniones como la rectificación a un error de Juan Pablo II y se empecinaba en sus críticas al Vaticano bajo la excusa de que no fue un Concilio dogmático y pastoral.


9.- Nota de la Secretaría de Estado de la Santa Sede

Por fin, el miércoles 4 de febrero la Secretaría de Estado de la Santa Sede hacía público un clarificador comunicado de imprescindible lectura y aplicación, cuyos esperados y deseados frutos están serenando y reconduciendo la situación.

¿Cuáles son los contenidos y el significado de esta nota de prensa? El levantamiento de la excomunión es un gesto benigno del Papa hacia petición de los interesados. Es “la apertura de una puerta al diálogo” en espera de que los cuatro obispos expresen ahora igual disposición, adhiriéndose plenamente -como “condición indispensable para su futuro reconocimiento”- a la doctrina y la disciplina de la Iglesia, incluidos –por supuesto- el Concilio Vaticano II y el magisterio de todos los Papas de los últimos cincuenta años. La excomunión de 1988 fue legítima y válida como consecuencia de una ordenación episcopal ilegítima. La situación jurídica de la Fraternidad no goza hoy de reconocimiento canónico alguno y sus cuatro obispos no ejercen legítimamente ningún ministerio.

Y Williamson, “con vistas a su admisión a desempeñar funciones episcopales en la Iglesia, deberá distanciarse de forma absolutamente inequívoca y pública de sus posiciones sobre la Shoá”, asunto este que Benedicto XVI desconocía cuando levantó la excomunión.

9.- Signos conciliadores desde la Fraternidad

El sábado 7 de febrero Williamson reiteraba sus obstinados e inaceptables puntos de vista sobre la “Shoá”, aun cuando los matizaba. Así, rebaja la contundencia y el tono de sus afirmaciones, pidiendo pruebas antes de cambiar de opinión. Días antes la Fraternidad San Pío X se había distanciado expresamente de los mismos y había pedido a Williamson que no se inmiscuyera en cuestiones de carácter histórico y político, no propias y específicas del ministerio episcopal.

Asimismo Floriano Abrahamovicz era cesado como responsable de la Fraternidad en el norte de Italia, y el lunes 9 de febrero se anunciaba el cese también de Williamson como rector del seminario de la Fraternidad en La Reja, localidad próxima a la capital argentina de Buenos Aires.

Y hasta aquí llega, a día de hoy, el relato de los hechos. Sin duda, la serenidad actual ha de servir para aprender de los errores cometidos por las distintas partes y para profundizar en los aciertos y en el camino de esperanza abierto tras el decreto de la Congregación para los Obispos de fecha 21 de enero de 2009. El camino para la reconciliación plena ya está marcado y reiterado por dicho decreto y, sobre todo, por el Papa y la Secretaría de Estado. Por ello, desde estas claves, es preciso reconocer como positiva alentadora la decisión de la Fraternidad de cesar a Williamson como rector de su seminario en Argentina y los otros ceses citados.


10.- Valoración final

El camino está, pues, ya marcado. Es el camino del Concilio Vaticano II y toda su carga de diálogo, misericordia, acogida, perdón, comunión y misión. Es el único camino posible para la tan deseada reconciliación. No es Roma la equivocada o a la que hay que llevar a determinados terrenos. Cesen ya las polémicas, los sensacionalismos, los grupos de presión, las aprovechadas y orquestadas actitudes antieclesiales y las declaraciones interesadas. Basta de intoxicaciones informativas, procedan de donde procedan. Basta ya de soberbia, mesianismo y provocación. No se puede jugar ni con la unidad, ni con la verdad.

Y unámonos al Papa y acompañémosle con nuestro afecto, solidaridad y oración “para que el Señor ilumine el camino de la Iglesia. Y crezca el empeño de los pastores y de todos los fieles en apoyo de la delicada y laboriosa misión del Sucesor del Apóstol Pedro como custodio de la unidad en la Iglesia”, tal y como concluye la citada nota de la Secretaría de Estado. Custodiar y fomentar la unidad es misión fundamental y esencial de la Iglesia y de todos sus miembros con Pedro y bajo Pedro.


Escrito por Jesús de las Heras Muela - Director de ECCLESIA
miércoles, 11 de febrero de 2009

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