Este es el pórtico de esta Cuaresma, el pregón inaugural que nos sitúa en pista del camino que tenemos que hacer durante estos cuarenta días de preparación para la celebración de la Pascua, de la muerte y resurrección de Jesús. Porque, ¿qué es la Pascua sino la fiesta de la Vida, del Dios que quiere la Vida y que rompe y destruye las barreras de la muerte? Pero no hay que adelantar acontecimientos. Quedan cuarenta días y hay todo un camino por delante. Habrá que dar cada paso. Y todos llevarán su esfuerzo y su afán. Con todo, el pórtico nos mantendrá en el camino y en el esfuerzo: Dios no destruye la vida sino que la apoya, defiende y promueve. Dios no quiere nuestra muerte ni nuestra destrucción. Dios no desea que nos hagamos daño sino que seamos felices, que vivamos en plenitud el don de la Vida que nos ha regalado.
Un camino que pasa por la Pascua
Caminar en esperanza
Empezamos nuestro camino cuaresmal. Lo primero es escuchar la promesa del Dios de la Vida. Pasaremos por muchas dificultades en nuestra vida personal, familiar, en el trabajo, en nuestro país, etc. Pero siempre podremos contar con esa promesa y con la fidelidad del que la hace: Dios mismo. Habrá momentos oscuros y difíciles. Sentiremos la tentación de dejar el camino y tirarnos en la cuneta. Pero contamos con la fuerza de Jesús, con su gracia. Es tiempo para atender y curar las heridas que nos hemos hecho, unos a otros, a nosotros mismos, y que nos impiden caminar con gozo y esperanza. Es tiempo para reconocer sin miedo que más de una vez hemos caído en la tentación del desánimo pero también de sentir la alegría de que el Dios de Jesús es fiel a su promesa a pesar de todos los pesares, a pesar de todas las que hemos hecho. Siempre podemos levantar la cabeza al cielo y mirar al arco iris. Es sólo un efecto óptico y meteorológico producido por los rayos del sol al atravesar las pequeñas partículas de humedad contenidas en la atmósfera terrestre. Vale. Pero también es un signo de la belleza de este mundo creado por Dios y en esa misma belleza esta contenida la promesa de Dios. Incluso cuando el cielo esté lleno de nubarrones, sabemos que el sol está allí. Siempre. Aunque no lo veamos. Por eso no nos dejamos hundir por las tentaciones ni las dificultades. Y seguimos adelante. La Pascua de la Vida nos espera.
Fernando Torres Pérez
fernandotorresperez@earthlink.net
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