Monday, August 24, 2009

Algo para pensar y orar en esta semana


Los que vivieron con Jesús en Nazaret, creían que lo conocían. Él había arreglado sus mesas y sus sillas; lo reconocían como el carpintero, el hijo de María (Marcos 6:3). Habían comido y bebido con su numerosa familia. Cuando Jesús abrió el libro de Isaías en la Sinagoga, y lo interpretó con autoridad, no respondió al rol que le habían impuesto. Por eso lo descalificaron diciendo que sólo era un trabajador. Francois Mauriac se maravillaba con esto: "Asombra recordar que, por unos largos treinta años, el Hijo de Hombre se presentó sólo como un hombre cualquiera."

Jesús es un Profeta en su propia tierra, subestimado, desacreditado. ¿Soy culpable de este tipo de subvalorización? Señor, existen profundidades en cada uno de nosotros, incluso en aquellos que creemos conocer bien, que sólo Tú puedes ver. Las palabras del que subestima a alguien, hablan más del que las pronuncia que de su víctima. Sálvame, Señor, de esas actitudes. El hecho que yo conozca la familia de alguien y la historia de su vida, me puede cegar y no ver las profundidades y los sueños que la hacen una persona tan maravillosa a los ojos de los demás.
Espacio Sagrado

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