Saturday, August 01, 2009

Espacio Sagrado


Mateo 14, 1-12
Por aquel tiempo, la fama de Jesús había llegado hasta el virrey Herodes. Y dijo a sus servidores: "Éste es Juan Bautista; Juan ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él poderes milagrosos". En efecto, Herodes había ordenado detener a Juan, lo había hecho encadenar y encerrar en la cárcel, a causa de Herodías, esposa de su hermano Filipo. Porque Juan le decía: "La Ley no te permite tenerla como esposa". Herodes quería matarlo, pero tenía miedo de la gente, que consideraba a Juan como un profeta. En eso llegó el cumpleaños de Herodes. La hija de Herodías salió a bailar en medio de los invitados, y le gustó tanto a Herodes, que le prometió bajo juramento darle todo lo que le pidiera. La joven, a instigación de su madre, le respondió: "Dame aquí, en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista". El rey se sintió muy molesto, porque se había comprometido bajo juramento en presencia de los invitados; aceptó entregársela, y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue traída en una bandeja y entregada a la muchacha, quien a su vez se la llevó a su madre. Después vinieron los discípulos de Juan a recoger su cuerpo y lo enterraron. Y fueron a dar la noticia a Jesús.
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

Jesús fué condenado a muerte. Jesús y el Bautista fueron muy unidos, tanto en la vida como en la muerte. La decapitación, como la crucifixión, eran muertes vergonzosas, y fueron un insulto a los seguidores de Juan y a los discípulos de Jesús. Una cena compartida, como fué el obsequio de Jesús a sus discípulos, también puede ser una cena en la cual el mal actúa. La vida del Bautista lo llevó a enfrentar fuertes contrastes entre el bien y el mal, y siempre fué alabado por Jesús : "entre los hijos de mujer no se ha manifestado uno más grande que Juan Bautista" (Mateo 11:11)

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