La cita internacional en contra del tráfico de seres humanos presentada en el Vaticano. Sor Gandini: entre los clientes también están nuestros abuelos, esposos, novios, hijos y hermanos
IACOPO SCARAMUZZICIUDAD DEL VATICANO
Una «Jornada internacional de oración y de reflexión en contra del tráfico de personas» se llevará a cabo por primera vez el domingo 8 de febrero, con el objetivo de «encender una luz» sobre el fenómeno que afecta a 21 millones de personas en el planeta, de reforzar la colaboración para combatirlo dentro y fuera de la Iglesia, de sensibilizar tanto a las potenciales víctimas como a los gobiernos y, en el caso de la prostitución, a los clientes, «nuestros esposos, novios, hijos, hermanos». Hoy presentaron, durante una conferencia de prensa, esta iniciativa en el Vaticano tres cardenales y muchas monjas comprometidas en primera línea.
«Estamos aquí porque queremos animar a todas las personas de buena voluntas a que unan sus fuerzas para detener este terrible fenómeno global», dijo sor Carmen Sammut, presidenta de la Unión internacional de las Superioras generales (Uisg). «Hoy millones de niños, mujeres y hombres son vendidos como esclavos, para trabajos forzados, prostitución, tráfico de órganos. Combatamos todos a favor de los derechos y de la dignidad de cada persona. Iluminemos el mundo en contra del tráfico humano. Demos voz a millones de nuestros hermanos y hermanas que no tienen voz».
Las religiosas y los religiosos promovieron la iniciativa «haciendo proprio el llamado del Santo Padre y apoyados personalmente por él». Jorge Mario Bergoglio había indicado cuán importante este tema desde que era arzobispo de Buenos Aires. Como Pontífice, ha impulsado diferentes iniciativas para contrarrestar las «esclavitudes modernas», desde cuando envió al canciller de las Pontificias Academias de las Ciencias y de las Ciencias Sociales, monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, un apunte de su puño y letra: «Marcelo, creo que sería bueno ocuparse del tráfico de seres humanos y de la esclavitud moderna». Antes de este mensaje, se había llevado a cabo en la sede de las Pontificias Academias, en noviembre de 2013, un «grupo de trabajo» con médicos católicos, que concluyó con la firma de un documento conjunto con exponentes de las demás religiones, llamado Global Freedom Network. Esta iniciativa fue promovida también por la Walk Free Foundation del filántropo australiano Andrew Forrest en febrero de 2014. En noviembre de 2014, se llevó a cabo también un taller de jóvenes, en la misma sede de las Pontificias Academias, en contra del tráfico de personas y de la prostitución, en el que participó personalmente Papa Francisco.
Hoy intervinieron en la sala de prensa vaticana algunas monjas comprometidas en primera línea en contra del tráfico de personas, en particular en contra de la explotación sexual. «Las chicas no piden ayuda, viven en el miedo y en la vergüenza en silencio, un silencio ensordecedor para nosotras», narró sor Valeria Gandini, misionera comboniana que desde hace décadas participa en un grupo para tratar de salvar a las migrantes que caen en la red de la prostitución en Sicilia. «Últimamente, las chicas de la calle han aumentado y cada vez son más jóvenes. A menudo son las chicas que llegan en las barcas. Sucede incluso que en los centros de acogida hay algunos grupos que se ocupan de llevar a las chicas más jóvenes a la cale. Tienen miedo de ser vistas. Los proxenetas les pegan si no llevan dinero a casa, tienen miedo de las fuerzas del orden y de la policía. A menudo me pregunto: ¿qué nos dicen estas mujeres, niñas, desnudas, en nuestras calles a todas horas? ¿Qué es lo que nos dicen? ¿Qué nombre damos a los clientes que son nuestros abuelos, esposos, novios, hijos, hermanos?». La respuesta: «Alrededor de la prostitución está la criminalidad, la mafia, pero también hay mucha ignorancia. Muchas veces, cuando presentamos a las víctimas hay muchos hombres que dicen: “No lo sabíamos”. Los clientes tienen una gran responsabilidad en esta esclavitud. Un hombre que necesita comprar sexo no es un hombre. También ellos son esclavos del sexo, y no se dan cuenta de que son explotadores. Me dan miedo. Deben detenerse y reflexionar»: También intervino sor Imelda Poole, que trabaja en Albania y es presidenta de la red europea Renate.
Se eligió la fecha del 8 de febrero porque ese día se recuerda a la Santa Josefina Bakhita, esclava sudanesa que fue liberada y se convirtió en monja. Su canonización fue en el año 2000. La Jornada mundial en contra del tráfico de personas «no es para comenzar, porque desde hace tiempo hay muchas organizaciones eclesiales y laicas comprometidas en contra del tráfico de personas», «tampoco es una propuesta para concluir un recorrido, porque todavía estamos lejos de lograr desarraigar el tráfico de personas», precisó sor Gabriella Bottani, coordinadora de Talitha Kum, red internacional de religiosas y religiosos en contra del tráfico de seres humanos, que tiene presencia en 81 países del mundo. En mayo del año pasado esta red ya había presentado una campaña de acción y sensibilización en el Vaticano.
En Roma, en la Basílica de los Santos Apóstoles, se llevará a cabo el próximo 6 de febrero, un encuentro con «cantos, danzas de la esclavitud y danzas de la libertad» que concluirá con reflexiones y testimonios. Participarán en ese evento (y estaban presentes hoy en la conferencia de prensa) los tres cardenales que guían los dicasterios vaticanos que patrocinan la Jornada internacional contra el tráfico de personas: Joao Braz de Aviz (Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida APostólica), Antonio Maria Vegliò (Pontificio Consejo de la Pastoral para los Migrantes e Itinerantes) y Peter Kodwo Appiah Turkson (Pontificio Consejo “Justicia y Paz”). «El cardenal siempre es un adorno de primera clase», comentó Vegliò. «Aquí hay tres para insistir en la importancia del evento, pero no somos nosotros los que tenemos algo que dar, sino las monjas, que afrontan este problema dramático». El cardenal Braz de Aviz subrayó que, paralelamente al Año de la Vida Consagrada que acaba de comenzar, la iniciativa retoma la invitación que Papa Francisco dirigió a los religiosos y a las religiosas del mundo, es decir «despertar al mundo» frente al problema del tráfico de personas. Un fenómeno que, según los datos de la Organización Internacional del Trabajo y de las Naciones Unidas, invoucra a alrededor de 21 millones de personas: el 60% son mujeres y menores de edad, y genera ingresos para los traficantes y explotadores por más de 32 mil millones de dólares al año.
Vatican Insider
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