Donde quiera que yo vaya, entrando o saliendo, siempre estoy rodeado de cosas. Decoraciones, música, luces, árboles y flores.
A veces puede ser un poco demasiado. En esos casos, trato de frenar mi ritmo de vida, y recordar que no importa cuán chabacano, cuán gastado, o incluso tan mal utilizado, casi todo lo que me rodea posee sus raíces en algo real y verdadero. Puedo dejar que me distraiga, o puedo dejar que me haga acercarme.
En un árbol, veo la vida y la redención, como el tallo del árbol genealógico de Jesús, que crece para salvarme del pecado, pecado cuya raíz nació en otro jardín.
En los regalos, veo el regalo del Hijo de Dios, así como el regalo de aquellas/os que van a recibirlos.
En todas las luces, estén donde estén, veo la oscuridad en retirada.
A veces puede ser un poco demasiado. En esos casos, trato de frenar mi ritmo de vida, y recordar que no importa cuán chabacano, cuán gastado, o incluso tan mal utilizado, casi todo lo que me rodea posee sus raíces en algo real y verdadero. Puedo dejar que me distraiga, o puedo dejar que me haga acercarme.
En un árbol, veo la vida y la redención, como el tallo del árbol genealógico de Jesús, que crece para salvarme del pecado, pecado cuya raíz nació en otro jardín.
En los regalos, veo el regalo del Hijo de Dios, así como el regalo de aquellas/os que van a recibirlos.
En todas las luces, estén donde estén, veo la oscuridad en retirada.
Amy Welborn
Espacio Sagrado
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