¿Quién es el responsable? «¡Que le corten la cabeza!» Gritaba la reina en el país de las maravillas. Estos días seguro que se ha escuchado una y mil veces esa expresión en el entorno de un equipo de fútbol donde alguien ha tenido una metedura de pata garrafal. La alineación indebida de un jugador, sancionado en una etapa anterior, ha supuesto la eliminación del Real Madrid de la Copa del Rey. E inmediatamente, como ocurre con todo en este mundo, el caso se sobredimensiona y cobra tintes de tragedia. «Qué vergüenza» «¿Cómo es posible?» «Qué falta de previsión» «¿Aquí no dimite nadie?» Unos dardos se dirigen al entrenador, otros a otros miembros del equipo directivo. Algunos al presidente. Y hasta hay quien se pregunta si el jugador no podía o debía haber dicho algo. Entonces, alguien, seguramente, profiere la frase definitiva: «Con la millonada que esto supone…»
Y ahí está el verdadero drama. No en que un club muy saneado pierda una millonada. No hay problema. Ya la sacará por otro lado, y al fin y al cabo, también podría quedar eliminado por la vía más tradicional de fallar en un partido clave. El drama es que un deporte se haya convertido en un negocio tan multimillonario que nada de lo que lo afecta es inocuo. El drama es haber perdido la medida. El drama es lo estratosférico de fichajes, contratos, retransmisiones y prebendas en torno. El drama es que, al final, esto es un error humano, pero se multiplica por mil ante la desmesura de lo futbolístico.
Es un error. Posible, criticable, hasta sancionable. Pero un error, algo que le puede suceder a cualquiera. Porque alguien no prestó atención, alguien no mandó un papel que tenía que mandar, o algo en el flujo de información no funcionó como debía. No es el primer equipo al que le ocurre –y probablemente no será el último–. Eso sí, seguro que de la pifia, estos aprenden. Pero que levante la mano el que nunca haya metido la pata en algo que se suponía evidente. Ojo, no digo que no importe en absoluto, o que no haya que exigir algún tipo de responsabilidades. Lo único que digo es que no es para cortarle la cabeza… a quien haya sido.
José María R. Olaizola sj
pastoralsj
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