Querida generación conectada. Tienes en tu mano el destino del mundo. Tú decides quién debe ganar nuestro particular ‘Juego de Tronos’. Tu poder es inconmensurable, y como tal, conlleva una gran responsabilidad. Coloquemos a la revolución digital en el lado correcto de la historia.
Recientemente me he encontrado con un estudio del instituto de investigación neoyorquino ‘Data&Society’ que me ha dejado seriamente preocupada. ‘Media Manipulation and Disinformation Online’ (‘Manipulación Mediática y Desinformación Online’), de Alice Marwick y Rebecca Lewis, nos muestra un panorama complicado y desafiante donde no parecen encontrarse soluciones cortoplacistas.
Partiendo de varios casos de estudio, el informe analiza en Estados Unidos cómo las corrientes de derechas de todo tipo aprovechan las tácticas de la cultura participativa, la revolución digital y las vulnerabilidades de los medios de comunicación, para expandir su ideología radical, violenta y atiborrada de odio.
Son grupos extremistas, anti-feministas, racistas, neoliberales tecnológicos, conspiracionistas, políticos, influencers, trolls, jóvenes hastiados de aburrimiento, o una mezcla de todo ello. En su inmensa mayoría son hombres blancos heteropatriarcales. Se mueven como pez en el agua en la revolución tecnológica y digital y sacan partido de la crisis que viven los medios de comunicación, que incumplen sistemáticamente su rol en la sociedad. Desinformando en lugar de informar. Haciéndose eco, interesada o desinteresadamente, de bulos que no se investigan y no se contrastan. Permitiendo que la ideología fascista gane visibilidad y con ello poder para manipular a más gente que se sume a su ejército digital. El ejemplo “The White Student Union”, propagado por el neonazi Andrew Anglin y su “Stormer Troll Army” es paradigmático.
El estudio se adentra en las redes y acciones digitales de estos grupos para averiguar quiénes están detrás, qué les mueve a ello y qué tipo de estrategias utilizan. Es fundamental conocerles, saber cómo piensan y cómo se organizan. En qué canales hablan, qué dicen, qué herramientas utilizan para armar sus campañas de desinformación o ciberacoso.
No es casual que detrás de las campañas digitales a favor del Brexit y de Trump esté la misma compañía: Cambridge Analytica, una empresa dedicada al #BigData. Dicen que “diseñan modelos de datos y definen perfiles psicográficos (clasifican al público en función de su tipo de personalidad) con el fin de conectar a las personas y movilizarlas para que actúen”. Un fabuloso trabajo de Data Science que, sumado a la falta de gobernanza mundial ante los grandes retos que enfrentamos, la crisis de los medios, y la falta de ética y escrúpulos a la hora de librar la batalla política, es una bomba de relojería que ya nos ha explotado en la cara.
Aunque el análisis se centra en Estados Unidos, ningún rincón del mundo está libre de esta tendencia que se hace más o menos notable según la brecha digital y el nivel de consolidación de la revolución tecnológica en el país. En el estado español ya la sufrimos, especialmente las mujeres feministas, como ya he comentado en distintas ocasiones en este blog.
Algunas empresas digitales como Facebook, están empezando a tomar medidas para prevenir la difusión de bulos a través de la red social. Aunque sus propuestas tienen algunas lagunas, y por ello existe cierto escepticismo acerca de su efectividad, es vital que las empresas tecnológicas asuman su responsabilidad y utilicen el poder que tienen para detener la propagación del odio y la violencia.
Y más allá de las empresas, nosotros y nosotras, como generación conectada, debemos asumir nuestra propia responsabilidad y llevar a la revolución digital al lado correcto de la historia.
Zinnia Quirós
entreParéntesis
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