23 de julio
Domingo XVI
Rm 8, 26-27 El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad
Y en nuestra debilidad tu Espíritu, Dios que te hiciste débil para fortalecernos, nos hace fuertes. Entonces nuestros corazones frágiles se transfiguran por el deseo de ti, de tu actuación en nuestras vidas, de tu presencia ardiente. Sé tú, Señor, roca mía, refugio mío, fortaleza mía. Dios mío, confío en ti.
Luis Fernando Crespo SM
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