Francisco pide "decisión y paciencia" para discernir el bien y el mal, y para salvar al pecador
No a "una Iglesia de 'puros', que pretende juzgar antes de tiempo quién está en el Reino de Dios y quién no"
(Jesús Bastante).-Los recientes sucesos en Jerusalén, que ya se han cobrado siete muertos y una creciente tensión en la explanada de las mezquitas preocupan, y mucho, al Papa, quien aprovechó el saludo posterior al Angelus para hacer "un sentido llamamiento a la moderación y el diálogo".
"Sigo con trepidación las graves tensiones y la violencia de los últimos días en Jerusalén", señaló Francisco, quien invitó a los presentes en la plaza de San Pedro "a unirse a mí en oración, para que el Señor inspire la reconciliación y la paz".
Antes, durante el rezo del Angelus, Bergoglio recordó la parábola del trigo y la cizaña que, apuntó, "ilustra el problema del mal en el mundo, y pone de manifiesto la paciencia de Dios".
"Cuánta paciencia tiene Dios. Cualquier de nosotros puede decirlo: cuánta paciencia ha tenido Dios conmigo", recordó Francisco, que indicó cómo, en la parábola, hay dos protagonistas opuestos. "De un lado, el patrón, que representa a Dios, esparce la simiente. Del otro, el enemigo, Satanás, esparce la hierba mala".
Así, como en la vida, "junto al grano crece también la cizaña". Ante esto, los siervos "quieren intervenir quitando la cizaña, pero el patrón está preocupado por salvar el grano, y se opone, diciendo que no suceda que, quitando la cizaña, podamos eliminar algún grano".
Esta es la realidad. "Jesús nos dice -apuntó el Papa- que en este mundo el bien y el mal están tan entrelazados que es imposible separarlos y hacer desaparecer todo el mal. Sólo Dios puede hacerlo, y lo hará en el Juicio Final".
Un razonamiento que nos lleva a un problema complejo, el de la libertad. "La libertad del cristiano, donde se lleva a cabo el difícil ejercicio del discernimiento entre el bien y el mal", confesó Francisco. "Se trata de tener fe en Dios y en su providencia para discernir entre la decisión y la paciencia".
"La decisión -señaló- es la de salvar el grano, con todas nuestras fuerzas, y tomando distancia del Maligno y sus seducciones". La paciencia, en cambio, "significa preferir una Iglesia que no teme mancharse las manos lavando el pan de sus hijos, más que una Iglesia de puros, que pretende juzgar antes de tiempo quién está en el Reino de Dios y quién no".
Y es que "el bien y el mal no se pueden identificar con territorios definidos, o determinados grupos humanos. Estos son los buenos, y estos los malos. La línea entre el bien y el mal está en el corazón de cada persona, de cada uno de nosotros. Somos todos pecadores", recordó el Papa.
"Quien no es pecador que alce la mano", preguntó a la concurrencia. "Ninguno. Somos todos pecadores. Jesús, con su muerte y resurrección, nos ha liberado de la esclavitud del pecado y nos da la gracia de caminar en una vida nueva. Con el bautismo y la confesión, porque siempre necesitamos ser perdonados de nuestros pecados".
"Buscar siempre el mal ajeno significa no querer reconocer el pecado que hay en nosotros", denunció Francisco, quien invitó a "encontrar un modo distinto de observar la realidad, encontrando el tiempo de Dios, que no es el nuestro". Y donde incluso, aunque se siembre la cizaña, "puede brotar un grano nuevo. Es la realidad de la conversión, es la perspectiva de la esperanza", concluyó.
Preocupación del Papa por la violencia desatada en Jerusalén
(RV).- Después de la oración mariana del Ángelus el Obispo de Romamanifestó la preocupación con la que sigue las graves tensiones y la violencia desatadas en estos días en Jerusalén. Por esta razón hizo un apremiante llamamiento a la moderación y al diálogo, a la vez que invitó a unirse a su oración, a fin de que el Señor inspire en todos propósitos de reconciliación y de paz.
“Queridos hermanos y hermanas: Sigo con preocupación las graves tensiones y la violencia de estos días en Jerusalén. Siento la necesidad de expresar un apremiante llamamiento a la moderación y al diálogo. Los invito a unirse a mí en la oración, a fin de que el Señor inspire en todos propósitos de reconciliación y de paz”.
Por último, al saludar a los fieles y peregrinos procedentes de diversos países – familias, grupos parroquiales y asociaciones – el Santo Padre también dirigió su pensamiento y aliciente a los jóvenes participantes en la Obra “Hombre Mundo”, comprometidos en testimoniar la alegría del Evangelio en las periferias más necesitadas de los cinco continentes.
Y, como es costumbre, el Papa Francisco deseó a todos un feliz domingo, pidiendo, como suele hacer, que por favor no se olviden de rezar por él.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
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