Saturday, July 22, 2017

Historias de Finanzas Solidarias: La Madre Jacin por Laly Serrano


Laly Serrano
Presidenta de FIDES Banca Ética – Extremadura
A Jacin, sus amigos migrantes la llaman Madre. Ella era cocinera en un centro de CEAR y ellos iban a visitarla a la cocina. Les ayudaba con el papeleo, los acompañaba al médico, les aconsejaba, les sonreía, los escuchaba. Y ellos la llamaban madre.
Después el centro de CEAR cerró por aquello de los recortes y Jacin tuvo que buscar otro trabajo. Comenzó a cuidar ancianos, limpiar casas, cuidar enfermos. Sus recursos eran limitados, pero siguió ayudando a sus amigos, interesándose por ellos, abriéndoles su casa, guardándoles las maletas, buscándoles redes de apoyo. Fue así como dio con nosotros y, un buen día, nos presentó a Seku.
Seku era de Camerún y necesitaba una pequeña ayuda de 250 euros pagar una cuota de autónomo atrasada. Decía que, sin no la pagaba, podían expulsarlo en cualquier momento y eso le aterrorizaba más que cualquier otra cosa.
Seku había llegado en patera hacía 10 años y vagabundeaba por España y a veces por Europa, yendo donde le decían que había trabajo. Cuando lo conocimos, había venido a ver a su madre Jacin desde Valencia. Allí recogía naranjas con un grupo de migrantes. No recuerdo la miseria que les pagaban, pero sí recuerdo que para contratarles les pedían tener al día su cuota de autónomo, así el empresario se evitaba problemas. Además, el capataz de la plantación les exigía un porcentaje de las ganancias del día.
Seku hablaba mal español, muy despacio, sonriendo todo el tiempo. Tratamos de explicarle que nuestra asociación era de finanzas solidarias, que tenía que devolvernos la microayuda para poder ayudar a otros, sin intereses y sin gastos, pero tenía que devolverla.
Confieso que me sentí mal. Pedirle que nos devolviera aquellos 250 euros me parecía obsceno viéndole allí sentado, en nuestro confortable despacho, con su sonrisa y su fragilidad extrema. No podíamos decirle que no hacía falta que la devolviera, porque una parte importante de nuestra misión es CONFIAR en los que otros no confían, hacerles saber que SÍ CONFIAMOS en ellos, devolverles así un poco de esperanza en el futuro.
Firmamos su convenio y al mes siguiente Seku comenzó a impagar sus pequeñas cuotas. No nos extrañó. Nosotros lo habíamos conocido, Jacin nos había contado sus dificultades. Entre todos sus problemas, no creíamos que el devolver nuestra ayuda fuera una prioridad. Era un riesgo asumido, aunque nos quedaba un poco la sensación de fracaso, pequeño en este caso, porque éramos conscientes de que el riesgo era elevado desde el principio. Pero Jacin seguía creyendo, me llamaba de vez en cuando para decirme que Seku acabaría pagando, que necesitaba algo más de tiempo, que sentía haberme metido en este lío. Yo le quitaba importancia para que no se preocupase, y le contestaba que la creía, aunque ya habíamos dado la ayuda por perdida.
Al cabo de medio año volvió a llamarnos Jacin. Seku se había ido a trabajar a Alemania en contra de su consejo. Nos contó que allí las condiciones son aún más duras, alguna vez habían llegado a encarcelarle y él temblaba sólo al recordarlo, pero había más trabajo. De las primeras cosas que hizo Seku desde Alemania fue mandarle a Jacin 250 euros para devolver la ayuda de FIDES. Nos la devolvió íntegra, antes del tiempo pactado.
Seku y Jacin nos dieron una inmensa lección, de amistad, de confianza, de integridad, de valentía, de alegría incluso. Así que quien diga que nuestras ayudas no son rentables, es que no sabe ver más allá de los euros. Una pena que sea una ceguera tan corriente, con lo sencillo que es ver en esta historia que 250 euros a tipo cero nos reportaron más que ciento por uno, más que millones por uno incluso.
Entre otras ganancias, la madre Jacin nos tejió para siempre a su red y nos sigue presentando nuevos amigos de vez en cuando, buenas gentes a las que poder ayudar y de las que poder aprender, historias de amistad, superación y esperanza que quizá podamos contar más adelante.
entreParéntesis

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