En su eucaristías matutina, Francisco presenta a Jesús como “el siervo que se anonada a sí mismo hasta la muerte”
“La gloria de Cristo es servir hasta anonadarse a sí mismo en una muerte y en una muerte de Dios”. Esta reflexión fue el eje de la homilía que el Papa pronunció esta mañana durante la eucaristía matutina de la capilla de Santa Marta.
“Pensemos en Jesús siervo, fiel en el servicio. Su vocación es servicio. Pensemos en cada uno de nosotros, en el pueblo de Dios: nuestra vocación es servir, no para aprovechar nuestro lugar en la Iglesia, siempre en servicio”, apuntó el Papa. “Pidamos la gracia de perseverar en el servicio. Algunas veces resbalando y cayendo, pero con la gracia de llorar como llora Pedro”, imploró.
La vocación dada
Partiendo de la lectura de Isaías, defendió que “el pueblo de Dios es siervo y cuando se aleja de esta voluntad de servicio es un pueblo apóstata, se aleja de la vocación que Dios le ha dado”.
Y es que, para Francisco “servir es darse, darse a los otros, es no pretender para nosotros algún beneficio que no sea servir”. “Cuando alguno de nosotros se aleja de esta vocación de servicio, se aleja del amor de Dios y construye su vida sobre otros amores tantas veces idólatras”, alertó.
El destino libre
En esta misma línea, comentó que “ninguno de nosotros ha caído en el mundo por casualidad”, meditó el Papa, que subrayó “como cada uno tiene un destino, pero un destino libre: la elección de Dios”. “Nazco con el destino de ser hijo de Dios, con la tarea de servir, de construir, de edificar. Esto es así desde el vientre materno”, apostilló.
Francisco es consciente de que “somos pecadores, podemos caer y hemos caído. Pero lo que importa es la conducta del Dios que me ha elegido, que me ha ungido como siervo. Después de que resbala y cae, el camino del siervo es pedir perdón”.
Acabar en la idolatría
De nuevo, en su homilía advirtió de que, “por el contrario, cuando el servidor no es capaz de entender en qué ha caído y acaba en la idolatría, abre su corazón a satanás y entra en la noche, como le pasó a Judas”.
Como es habitual en estas semanas, el Papa Francisco ofreció la eucaristías por las víctimas de la pandemia del coronavirus: “Hoy quiero rezar por todas las personas que sufren una sentencia injusta, con ensañamiento”, señaló. Una petición que partió de las reflexiones que han nacido del Papa durante las homilías de este tiempo de cuaresma: “Hemos visto la persecución que ha sufrido Jesús y cómo los doctores de la ley se han ensañado en su contra. Ha sido juzgado con ensañamiento, siendo inocente”.
José Beltrán
Vida Nueva
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