Monday, June 30, 2025

Iniciando el contacto con esta frase de Stephen Hawking


Recuerda mirar a las estrellas y no a tus pies.
Intenta encontrar el sentido a lo que ves
y pregúntate que hace que el unverso exista.
Se curioso. Por muy difícil que parezca la vida,
siempre hay algo en lo que puedes tener éxito.
Lo único que cuenta es no rendirse 

 

Sunday, June 29, 2025

Sin Estado, no hay democracia en los barrios por Jorge Costadoat sj y Manuel Pérez


Hoy, en muchos barrios populares de Santiago, la democracia no se vive, se anhela. No se la respira en las plazas vacías, ni en las juntas de vecinos sin asistentes, ni en las noches sin luz. Para muchos pobladores, la democracia ha sido reemplazada por el miedo. Miedo a salir, a hablar, a ser el próximo en la lista del narco. Donde el Estado se ha ido, han entrado las bandas.
Las poblaciones fueron construidas con esfuerzo. Se levantaron con organización, solidaridad y participación. En ellas, la democracia se vivía desde abajo: en las asambleas, en los clubes deportivos, en los centros de madres, en las capillas del barrio. Se compartía el poder, se cuidaban unos a otros, se soñaba en común.
Ese tejido hoy se está rompiendo. El narcotráfico avanza donde el Estado retrocede. Compra, amenaza, coacciona. Arrienda casas, convierte niños en soldados y usa a los dirigentes como escudos. Tiene más recursos que la política, más presencia que el Estado, más fuerza que la policía. Y, lo peor: impone el miedo como regla.
Frente a esto, muchas organizaciones barriales han sido silenciadas. Los dirigentes se han ido o han guardado silencio. Las madres no dejan salir a sus hijos. La plaza está vacía. El miedo reina. Y cuando reina el miedo, la democracia se debilita.
¿Dónde está el Estado? ¿Dónde están los recursos que garantizan seguridad, luz, limpieza, respeto? ¿Dónde están las policías efectivas y honestas? ¿Dónde están los fiscales que persigan a los grandes responsables, no solo a los más pobres? ¿Dónde están los programas sociales que sostienen a las familias y ayudan a organizarse?
Los pobladores no piden caridad. Exigen lo que les corresponde. No claman favores, sino derechos. El Estado no puede seguir ausente ni aparecer solo en tiempos de elecciones. Debe estar presente siempre. Su tarea es fortalecer la vida comunitaria y garantizar condiciones mínimas para vivir con dignidad.
La demanda es clara: que el Estado vuelva a los territorios. Que escuche, que proteja, que ayude. Que enfrente al narco, no solo con policías, sino también con apoyo real a las organizaciones. La democracia se juega hoy en las poblaciones. Si no se fortalece desde abajo, tarde o temprano se desmoronará.
La gente quiere vivir tranquila. Quiere luz en la calle, juegos para sus hijos servicios cercanos, policías confiables y dirigentes que no teman hablar. Quiere recuperar su barrio, su calle, su plaza. Quiere volver a vivir en paz.
Esto no es vida.
Esto no es democracia.
Esto no son barrios para vivir.
Y si el Estado no reacciona ahora, mañana será tarde.
No, la solución no es Bukele. No queremos una democracia a costa de los derechos humanos. No queremos niños encarcelados por sospecha. Nos ha costado demasiado entender que la democracia es para todos y se basa en la dignidad humana. Pero ahora, la estamos perdiendo en su base: el mundo popular.
Es cierto que se necesita más policía. Pero eso no basta. Sin comunidad organizada, sin vida social, sin instituciones barriales activas, no hay recuperación posible. La democracia no se sostiene solo con control policiaco, sino con tejido social.
¿Y las municipalidades? Poco o nada hacen. No basta con administrar. Se necesita presencia en terreno, apoyo real, voluntad política. Y no están a la altura del desafío.
¿Quién debe hacerse cargo?
Casi todos los niveles del Estado. Las municipalidades deben garantizar seguridad local, mantener las plazas, apoyar a las organizaciones y acompañar a las familias. Ministerios principales: Interior, Desarrollo Social, Vivienda, Educación. El Ministerio Público debe perseguir a los verdaderos culpables, y no a los pobres. El Parlamento. Los tribunales. También debe atenderse con cuidado la situación de las mujeres que, por pobreza, son encarceladas por microtráfico. ¿Quién se ocupa de sus hijos, abandonados a las calles? ¿Quién les da una mano para que vuelvan a sus casas con un trabajo digno?
El peor camino es la “bukelización” de las poblaciones: imponer orden a cualquier costo. Eso no es democracia. Y no resuelve nada a largo plazo. Tiene pésimo pronóstico.
La democracia se construye desde abajo. Con organización, con comunidad, con dignidad. Y si no hay democracia en los barrios, no hay democracia en Chile.

Manuel Pérez
Jorge Costadoat

La herida invisible. Lo que las redadas dejarán a su paso por Yolanda Chávez

 

30/06/25.- Las camionetas ya no están en cada esquina. Los helicópteros no sobrevuelan tan cerca. Las redadas, dicen algunos, han disminuido. Pero hay heridas que no se miden en número de arrestos, sino en la forma en que una comunidad aprende a vivir con miedo sin dejar de cuidar la vida.

Este junio, las redadas de ICE (inmigración y control de aduanas) en Los Ángeles van dejando algo más que casas vacías y negocios cerrados. Van dejando una herida invisible pero profunda, una que toca estructuras, cuerpos y almas. Y como acompañantes pastorales, como creyentes con los ojos abiertos, tenemos el deber de nombrarla.

Una fractura estructural: ya no confiamos igual

Durante años, los migrantes aprendimos a movernos con prudencia, pero con cierta esperanza: que las escuelas eran para aprender, que los hospitales eran para sanar, que las parroquias eran para refugiarse. Este mes, muchos vimos esas certezas derrumbarse.

Las redadas no solo están rompiendo puertas. Rompen el pacto silencioso de protección que aún subsistía en ciertos espacios. El mensaje es claro: nadie está exento. Y lo más doloroso es que, desde el poder, muy pocas voces se han alzado públicamente de manera contundente y sistemática para denunciarlo.

La comunidad lo está viendo, lo está sintiendo: el silencio de muchas instituciones pesa tanto como el equipo táctico de los agentes. Pero en medio ese silencio está saliendo algo a flote: que la verdadera protección no viene de arriba, sino de los abrazos, las redes, los fondos solidarios, las ollas compartidas, los mensajes que dicen: “Si necesitas un lugar donde quedarte, ven a mi casa”; “si necesitas que alguien recoja tus medicinas, llámame”; “memoriza mi teléfono por si te llegan a arrestar”.

Esto es como un arma punzocortante que se hunde más hondo con cada día: una herida psicológica que no se ve, pero que deja marca. Este es un miedo que se hereda, que se filtra como huésped indeseable en los hogares migrantes.

Esta semana, hay niñas que han dormido con la mochila lista, por si tienen que irse con una vecina o un familiar. Hay adolescentes que faltaron a la escuela para cuidar a su madre, “por si pasa algo”. Hay padres que salieron al trabajo dejando instrucciones, nombres, números, palabras que no deberían formar parte de ninguna infancia.

La infancia migrante está internalizando un mensaje cruel: “Mi familia no es bienvenida aquí”. Ese mensaje no necesita ser gritado. Se transmite en las sirenas que se acercan, en las miradas que juzgan, en los comentarios que no disimulan el desprecio y en la certeza de que todo puede cambiar en un instante.

Este miedo se quedará. Habitará los sueños, los cuerpos, los proyectos interrumpidos. Por eso no basta desear que las redadas cesen. Habrá que acompañar espiritualmente los efectos de lo que se sembró con brutal y premeditada violencia.

¿Sanará esta herida?

Quizá un día esta herida cicatrice. Pero ¿cómo se verá esa cicatriz en el rostro de nuestra comunidad? Tal vez como una nueva lucidez: Aprendimos que nadie desde el poder va a defendernos. Ya no creemos en promesas vacías. Sabemos que habrá quienes intenten beneficiarse políticamente de nuestro sufrimiento, nos ofrecerán soluciones de campaña, discursos que nos instrumentalizan. Pero también hemos aprendido a ver a través de esa hipocresía.

Y en medio de todo, nuestra esperanza no ha muerto. Y la cicatriz, cuando llegue, no borrará la memoria. La transformará. Será una cicatriz que diga: “Aquí algo se desgarró y dolió. Pero aprendimos como resistir y levantarnos”.

La pastoral del cuidado real

Desde la fe, no podemos quedarnos callados. Esta es una crisis legislativa, sí, pero también una crisis espiritual. Porque cuando una comunidad entera es tratada como sospechosa, cuando se siembra miedo en un campo donde debería florecer la dignidad multicultural, el Evangelio nos llama a estar, a nombrar, a acompañar. No para ser héroes, sino para ser presencia fiel. Para ser testigos de cómo el Espíritu sopla donde duele. Resiste donde persiguen. Sana donde otros rompen. Y para decirle al mundo, con voz serena y firme: “Aquí estamos y seguimos siendo humanos. Seguimos siendo dignos. Seguimos siendo comunidad.”

En lo más hondo, una semilla resiste. La fe no se rinde.

Yolanda Chávez
Eclesalia

Evangelio 29 de junio con comentario de Carol Zaremba, rscj


Mt 16, 13-19

Cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Felipe, preguntó a los discípulos: 
   —¿Quién dice la gente que es este Hombre? 
  Ellos contestaron: 
   —Unos que Juan el Bautista; otros que Elías; otros que Jeremías o algún otro profeta. 
  Él les dijo: 
   —Y vosotros, ¿quién decís que soy? 
  Simón Pedro respondió: 
   —Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. 
  Jesús le dijo: 
   —¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo ha revelado nadie de carne y sangre, sino mi Padre del cielo! Pues yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta Piedra construiré mi Iglesia, y el imperio de la muerte no la vencerá. 
  A ti te daré las llaves del reino de Dios: lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo; lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo. 



Oración Preparatoria

Que todas mis intenciones, decisiones y acciones estén dirigidas a la gloria y servicio del Señor Dios. 

Imagina a Pedro y a Jesús, mira cómo Jesús mira a Pedro y Pedro mira a Jesús, mira cómo Jesús te mira a ti 

Pide la gracia de amar a la Iglesia de la que Jesús es la Cabeza. 


1 » ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?», » Y tú, ¿quién dices que soy yo?». 

En tu relación con Dios, vale la pena refrescar esta pregunta: ¿quién es Jesús para ti? ¿Quién es hoy, aquí y ahora? ¿Quién quieres que sea? Jesús, además de preguntar quién creen los demás que es, quiere hacerte esta pregunta directamente a ti. Imagina que la mirada amorosa de Jesús se detiene en ti y te pregunta: ¿Quién soy yo para ti? 

2. «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». 

Pedro estalla con una respuesta llena de fe, confianza y seguridad. Jesús confirma la respuesta de Pedro con la verdad revelada por Dios. Un salvador, un redentor, un ungido, alguien esperado, anunciado por los profetas, y al mismo tiempo el mismo Hijo de Dios, vivo, real, presente. Haz una pausa ante esta respuesta. Siéntete invitado/invitada a repetir esta frase, imaginando todavía la mirada de Jesús llena de amor posada en ti. Y di: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». 

3. «Tú eres Pedro [es decir, la Roca], y sobre esta Roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella». 

Jesús estableció la Iglesia y el primer Papa. Una Iglesia que no es una «fortaleza asediada» no necesita defenderse, porque está edificada sobre la Roca y nada puede destruirla. Una Iglesia que es «mía». No es polaca, española o vaticana. Es la Iglesia de Cristo y solo por eso es permanente. Como miembros de la Iglesia de Cristo, estamos invitados a la unidad y a la universalidad, convirtiéndonos en una comunidad de hermanos y hermanas. ¿Sé alegrarme de que las personas que están a mi lado sean mis hermanos y hermanas? ¿Creo en la promesa del propio Jesús de que «las puertas del infierno» no prevalecerán contra la Iglesia? Como la respuesta de Pedro que estaba llena de la revelación de Dios y de su poder, la Roca sobre la que se construye la Iglesia es la Roca de la Revelación y del Poder. A veces, en la dimensión material de la Iglesia, puramente humana, perdemos esta dimensión Divina. Intenta hoy dar gracias a Dios por la gracia de la fe y la oportunidad de participar en Su Iglesia. Alégrate de haber sido/eres elegido por Cristo mismo. 

Oración final: «Padre nuestro». 


 

Ángelus en la solemnidad de san Pedro y san Pablo




SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO

PAPA LEÓN XIV

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Domingo, 22 de junio de 2025

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

Hoy es la gran fiesta de la Iglesia de Roma, nacida del testimonio de los apóstoles Pedro y Pablo y fecundada por su sangre y por la de muchos mártires. Todavía hoy hay cristianos en todo el mundo a los que el Evangelio vuelve generosos y audaces incluso a costa de la vida. Existe de ese modo un ecumenismo de la sangre, una invisible y profunda unidad entre las Iglesias cristianas, que a pesar de ello no viven todavía la comunión plena y visible. Quiero por lo tanto confirmar en esta fiesta solemne que mi servicio episcopal es servicio a la unidad y que la Iglesia de Roma está comprometida por la sangre de los santos Pedro y Pablo a servir, en el amor, a la comunión entre todas las Iglesias.

La piedra, de la que Pedro recibe también su propio nombre, es Cristo. Una piedra desechada por los hombres y que Dios ha hecho piedra angular. Esta plaza y las basílicas papales de san Pedro y de san Pablo nos cuentan cómo esa lógica aún se mantiene. Ellas se encuentran en lo que eran entonces los límites de la ciudad, “extramuros”, como se dice hasta hoy. Lo que a nosotros nos parece grande y glorioso antes fue descartado y excluido, porque contrastaba con la mentalidad mundana. Quien sigue a Jesús se encuentra recorriendo el camino de las bienaventuranzas, en el que la pobreza de espíritu, la mansedumbre, la misericordia, el hambre y la sed de justicia, y el trabajo por la paz encuentran oposición e incluso persecución. Y, sin embargo, la gloria de Dios brilla en sus amigos y a lo largo del camino los va modelando, cada vez que se convierten.

Queridos hermanos y hermanas, sobre las tumbas de los apóstoles, meta milenaria de peregrinaje, también nosotros descubrimos que podemos vivir en esta continua conversión. El Nuevo Testamento no esconde los errores, las contradicciones, los pecados de aquellos que veneramos como los más grandes apóstoles. Su grandeza, en efecto, ha sido modelada por el perdón. El Resucitado los fue a buscar, más de una vez, para traerlos de nuevo a su camino. Jesús no llama una sola vez. Es por esto que todos podemos esperar siempre, como también nos recuerda el Jubileo.

La unidad de la Iglesia y entre las Iglesias, hermanas y hermanos, se nutre del perdón y de la confianza recíproca, que comienza por nuestras familias y nuestras comunidades. En efecto, si Jesús confía en nosotros, también nosotros podemos fiarnos los unos de los otros, en su Nombre. Los apóstoles Pedro y Pablo, junto con la Virgen María, intercedan por nosotros, de modo que, en este mundo herido, la Iglesia sea casa y escuela de comunión.

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Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Les aseguro mis oraciones por la comunidad del Liceo “Barthélémy Boganda” de Bangui, en la República Centroafricana, que está de luto por el trágico accidente que ha causado numerosos muertos y heridos entre los estudiantes. Que el Señor consuele a las familias y a toda la comunidad.

Saludo hoy de manera especial a todos los fieles de Roma, en la fiesta de los santos patronos, y con gran afecto a los párrocos y a todos los sacerdotes que trabajan en las parroquias romanas, con gratitud y alentándolos en su servicio.

En esta fiesta se celebra también la Jornada dedicada al Óbolo de San Pedro, que es un signo de comunión con el Papa y de participación en su ministerio apostólico. Agradezco de corazón a todos los que con su donación sostienen mis primeros pasos como Sucesor de Pedro.

Bendigo a quienes participan en el evento denominado “Quo Vadis?”, peregrinando por los lugares romanos de la memoria de los santos Pedro y Pablo. Agradezco a todos los que han organizado con dedicación esta iniciativa que ayuda a conocer y honrar a los santos patronos de Roma.

Saludo a los fieles de varios países que han venido para acompañar a sus Arzobispos Metropolitanos, que hoy han recibido el Palio. Saludo a los peregrinos de Ucrania —siempre rezo por su pueblo—, de México, Croacia, Polonia, Estados Unidos de América, Venezuela, Brasil, al Coro Santos Pedro y Pablo, de Indonesia, así como a numerosos fieles eritreos que viven en Europa; a los grupos de Martina Franca, Pontedera, San Vendemiano y Corbetta; a los monaguillos de Santa Giustina in Colle y a los jóvenes de Sommariva del Bosco.

Doy las gracias a la “Pro Loco” de Roma Capital y a los artistas que han realizado la “Infiorata” en Via della Conciliazione y Piazza Pio XII. ¡Gracias!

Saludo a los Cooperadores Guanellianos del centro-sur de Italia, a la Asociación de Voluntarios de Chiari, a los ciclistas de Fermo y de Varese, al grupo deportivo Aniene 80 y a los peregrinos de “Connessione Spirituale”.

Hermanas y hermanos, sigamos rezando para que en todas partes se silencien las armas y se trabaje por la paz a través del diálogo.

¡Feliz domingo a todos!

 

Santa Misa en la Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo Apóstoles 29 de junio de 2025 Papa León XIV









SANTA MISA Y BENDICIÓN DE LOS PALIOS PARA LOS NUEVOS ARZOBISPOS METROPOLITANOS
EN LA SOLEMNIDAD DE LOS SANTOS APÓSTOLES SAN PEDRO Y SAN PABLO

CAPILLA PAPAL

HOMILÍA DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Basílica de San Pedro
Domingo, 29 de junio de 2025


Queridos hermanos y hermanas:

Hoy celebramos a dos hermanos en la fe, Pedro y Pablo, que reconocemos como pilares de la Iglesia y veneramos como patronos de la diócesis y de la ciudad de Roma.

La historia de estos dos apóstoles nos interpela de cerca también a nosotros, que somos la comunidad peregrina de los discípulos del Señor en nuestro tiempo. En particular, viendo sus testimonios, quisiera subrayar dos aspectos: la comunión eclesial y la vitalidad de la fe.

En primer lugar, la comunión eclesial. La liturgia de esta solemnidad, de hecho, nos hace ver cómo Pedro y Pablo fueron llamados a vivir un único destino, el del martirio, que los asoció definitivamente a Cristo. En la primera lectura encontramos a Pedro que, en la cárcel, espera que se ejecute la sentencia (cf. Hch 12,1-11); en la segunda encontramos al apóstol Pablo, también él con cadenas, afirmando, en una especie de testamento, que su sangre está por ser derramada y ofrecida a Dios (cf. 2 Tm 4,6-8.17-18). Tanto Pedro como Pablo, por tanto, dan su vida por la causa del Evangelio.

Sin embargo, esta comunión en la única confesión de la fe no es una conquista pacífica. Los dos apóstoles la alcanzan como una meta a la que llegan después de un largo camino, en el cual cada uno ha abrazado la fe y ha vivido el apostolado de manera diversa. Su fraternidad en el Espíritu no borra la diversidad de sus orígenes: Simón era un pescador de Galilea, Saulo en cambio un riguroso intelectual perteneciente al partido de los fariseos; el primero deja todo inmediatamente para seguir al Señor; el segundo persigue a los cristianos hasta que es transformado por Cristo Resucitado; Pedro predica sobre todo a los judíos; Pablo es impulsado a llevar la Buena Noticia a los gentiles.

Entre ambos, como sabemos, no faltaron conflictos respecto a la relación con los paganos, al punto que Pablo afirma: «Cuando Cefas llegó a Antioquía, yo le hice frente porque su conducta era reprensible» (Ga 2,11). Y de dicha cuestión, como sabemos, se ocupará el Concilio de Jerusalén, en el que los dos apóstoles seguirán debatiendo.

Queridos hermanos, la historia de Pedro y Pablo nos enseña que la comunión a la que el Señor nos llama es una armonía de voces y rostros, no anula la libertad de cada uno. Nuestros patronos han recorrido caminos diferentes, han tenido ideas diferentes, a veces se enfrentaron y discutieron con franqueza evangélica. Sin embargo, eso no les impidió vivir la concordia apostolorum, es decir, una viva comunión en el Espíritu, una fecunda sintonía en la diversidad. Como afirma san Agustín: «En un solo día celebramos la pasión de ambos apóstoles. Pero ellos dos eran también una unidad; aunque padeciesen en distintas fechas, eran una unidad» (Sermón 295, 7).

Todo esto nos interroga sobre el camino de la comunión eclesial. Esta nace del impulso del Espíritu, une las diversidades y crea puentes de unidad en la variedad de los carismas, de los dones y de los ministerios. Es importante aprender a vivir la comunión de ese modo, como unidad en la diversidad, para que la variedad de los dones, articulada en la confesión de la única fe, contribuya al anuncio del Evangelio. Estamos llamados a seguir este caminando por esta senda, mirando precisamente a Pedro y Pablo, porque todos necesitamos de esa fraternidad. Lo necesita la Iglesia, lo necesitan las relaciones entre los laicos y los presbíteros, entre los presbíteros y los obispos, entre los obispos y el Papa, así como lo necesitan la vida pastoral, el diálogo ecuménico y la relación de amistad que la Iglesia desea mantener con el mundo. Comprometámonos a hacer de nuestras diversidades un taller de unidad y comunión, de fraternidad y reconciliación para que cada uno en la Iglesia, con la propia historia personal, aprenda a caminar junto con los demás.

Los santos Pedro y Pablo nos interpelan también sobre la vitalidad de nuestra fe. En la experiencia del discipulado, de hecho, siempre existe el riesgo de caer en la rutina, en el ritualismo, en esquemas pastorales que se repiten sin renovarse y sin captar los desafíos del presente. En la historia de los dos apóstoles, en cambio, nos inspira su voluntad de abrirse a los cambios, de dejarnos interrogar por los acontecimientos, los encuentros y las situaciones concretas de las comunidades, de buscar caminos nuevos para la evangelización partiendo de los problemas y las preguntas planteados por los hermanos y hermanas en la fe.

Y en el centro del Evangelio que hemos escuchado está precisamente la pregunta que Jesús hace a sus discípulos, y que también nos dirige hoy a nosotros, para que podamos discernir si el camino de nuestra fe conserva dinamismo y vitalidad, si aún está encendida la llama de la relación con el Señor: «Y ustedes, […] ¿quién dicen que soy?» (Mt 16,15).

Cada día, en cada momento de la historia, siempre debemos prestar atención a esta pregunta. Si no queremos que nuestro ser cristiano se reduzca a una herencia del pasado, como tantas veces nos ha advertido el Papa Francisco, es importante salir del peligro de una fe cansada y estática, para preguntarnos: ¿quién es hoy para nosotros Jesucristo? ¿Qué lugar ocupa en nuestra vida y en la acción de la Iglesia? ¿Cómo podemos testimoniar esta esperanza en la vida cotidiana y anunciarla a aquellos con quienes nos encontramos?

Hermanos y hermanas, el ejercicio del discernimiento, que nace de estos interrogantes, le permite a nuestra fe y a la Iglesia que se renueven continuamente y que experimenten nuevos caminos y nuevas prácticas para el anuncio del Evangelio. Esto, junto a la comunión, debe ser nuestro primer deseo. En particular, hoy quisiera dirigirme a la Iglesia que peregrina en Roma, porque ella está llamada más que todas a ser signo de unidad y de comunión, Iglesia ardiente de una fe viva, comunidad de discípulos que testimonian la alegría y el consuelo del Evangelio en todas las situaciones humanas.

En la alegría de esta comunión, que el camino de los santos Pedro y Pablo nos invita a cultivar, saludo a los hermanos arzobispos que hoy reciben el palio. Queridos hermanos, este signo, al mismo tiempo que recuerda la tarea pastoral que les ha sido confiada, expresa la comunión con el obispo de Roma, para que, en la unidad de la fe católica, cada uno de ustedes pueda alimentarla en las Iglesias locales confiadas a ustedes.

Deseo además saludar a los miembros del Sínodo de la Iglesia greco-católica ucraniana: gracias por su presencia aquí y por su celo pastoral. Que el Señor le conceda la paz a su pueblo.

Y con viva gratitud saludo a la Delegación del Patriarcado Ecuménico, que ha sido enviada por el querido hermano Su Santidad Bartolomé.

Queridos hermanos y hermanas, edificados por el testimonio de los santos apóstoles Pedro y Pablo, caminemos juntos en la fe y en la comunión, e invoquemos su intercesión sobre todos nosotros, sobre la ciudad de Roma, sobre la Iglesia y sobre el mundo entero.


 

Saturday, June 28, 2025

+ música: VENGA TU REINO con el CORO CORAZONES INQUIETOS

 

ORACIÓN: A TI TE ENTREGO LAS LLAVES Florentino Ulibarri



A ti te entrego las llaves:

en tus manos pongo la creación entera,

también mi Reino, mis ilusiones,

y mi confianza y palabra de Padre.

Te hago portero de esperanzas y proyectos

para que te sientas libre y responsable.

 

Llaves para abrir las puertas cerradas,

los corazones duros e insolidarios

y todos los secretos fabricados.

Llaves para repartir los bienes de la tierra,

todo lo que puse y produce,

sin que te sientas ladrón de haciendas.

 

Llaves para mostrar todos los tesoros

de arcas, baúles y bibliotecas,

y poder sacar las cosas buenas.

Llaves para dar a conocer

los misterios de la ciencia

y desenredar conciencias.

 

Llaves para abrir lo que otros cierran

–bancos, fábricas, fronteras e Iglesias–,

quizá tu casa, tu patio, tu cuenta.

Llaves para entrar en cárceles,

quitar trabas, soltar cadenas,

anular grilletes, conocer mazmorras.

 

Llaves para perdonar barbaridades,

quitar miedos y culpabilidades

y andar erguido y sin genuflexiones.

Llaves para que nadie encuentre

las puertas de su camino cerradas

aunque sea noche oscura.

 

Llaves para desatar leyes,

mandatos, edictos y normas

de señores, jefes y prepotentes.

Llaves para liberar a los que sienten

que tienen las puertas cerradas

y la vida hecha y planificada.

 

Llaves para poder salir al mundo

a que te dé sol y brisa

y te quite la costra que llevas encima.

Llaves para que nadie se atrinchere

y busque refugio en tus rincones

cuando ha herido a los más pobres.

 

Llaves para que los insensatos

no pierdan el tiempo quejándose,

y puedan entrar aunque lleguen tarde.

Llaves para que siempre puedas,

a quien llega a tiempo o deshora,

enseñar tus entrañas y acogerle.

 

Llaves para abrir heridas

–en el cuerpo, en el alma, en las estructuras–

y así poder curarlas.

Llaves para cuidar y mostrar

la buena noticia, mi casa,

mis tesoros de Padre y Madre.

 

A ti te entrego las llaves;

pero mira los rostros setenta veces siete

antes de creerte juez, clérigo o jefe.


Fe Adulta
 

¿Y tú quién eres? - 13º Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C. Editorial Verbo Divino

 



Mt. 16,13-19. A veces, la vida nos plantea dos preguntas que lo cambian todo: ¿Quién es Él para ti? ¿Y quién eres tú a los ojos de Dios? Simón respondió con fe… y Jesús le reveló su verdadera identidad: Pedro, la piedra. Dios no solo ve lo que eres hoy, sino lo que puedes llegar a ser con Él. Una mirada, una palabra, una misión. Así empieza una historia nueva. Haz silencio. Escucha. Tal vez hoy esas preguntas también son para ti.

REZANDO VOY para el Domingo 29 de junio del 2025

 Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo




Mt 16, 13-19

Cuando llegaron a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». Ellos respondieron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Él les dijo: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Entonces Jesús replicó: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».



LECTURAS PARA EL DÍA DE HOY



Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 12, 1-11

En aquellos días, el rey Herodes decidió arrestar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Eran los días de los Ácimos. Después de prenderlo, lo metió en la cárcel, entregándolo a la custodia de cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él.

Cuando Herodes iba a conducirlo al tribunal, aquella misma noche, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel.

De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocando a Pedro en el costado, lo despertó y le dijo:
«Date prisa, levántate».

Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió:
«Ponte el cinturón y las sandalias».

Así lo hizo, y el ángel le dijo:
«Envuélvete en el manto y sígueme».

Salió y lo seguía sin acabar de creerse que era realidad lo que hacía el ángel, pues se figuraba que estaba viendo una visión. Después de atravesar la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la ciudad, que se abrió solo. ante ellos. Salieron, y anduvieron una calle y de pronto se marchó el ángel.

Pedro volvió en sí y dijo:
«Ahora sé realmente que el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de toda la expectación del pueblo de los judíos».

Palabra de Dios

Salmo

Salmo 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 R/. El Señor me libró de todas mis ansias.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 6-8. 17-18

Querido hermano:
Yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente.

He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe.

Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación.

Mas el Señor me estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Y fui librado de la boca del león.

El Señor me librará de toda obra mal y me salvará llevándome a su reino celestial.

A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»

Ellos contestaron:
«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».

Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»

Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».

Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.

Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.

Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».

Palabra del Señor

 

ORACIÓN: Desde la fragilidad


Señor, tú has sido un refugio para los seres humanos

de generación en generación.

Desde antes de que surgiesen los montes,

antes de que naciesen tierra y cielo

tú estabas ahí, Señor

 

Nuestra vida pasa rápido

Mi años ante tus ojos

son un ayer que pasó,

un suspiro en la noche.

 

Tú ves nuestros secretos,

tú desnudas nuestras pequeñeces.

Vivimos vidas largas, y en ellas

hay mucho de vacío y vanidad,

hay tantas cosas que se desvanecen

y pasan rápido.

 

Enséñanos a vivir desde lo profundo,

que lo verdaderamente importante

llene nuestra cabeza y nuestro corazón

Ilumínanos, Señor, enseña a tus hijos.

 

Sácianos con tu amor cada día

y entonces gozaremos y cantaremos de por vida.

Llénanos de sentido si alguna vez nos ha faltado,

danos paz cuando la hayamos perdido.

Que sepamos descubrir tu acción y tu esplendor.

Haz que de nuestra vida surjan obras dignas.

 

Señor, tú has sido un refugio para los seres humanos

de generación en generación.


Adaptación del Salmo 90

pastoralsj