Monday, June 16, 2008

Meditando con los santos y beatos del día: S. LUTGARDA



Hoy, 16 de junio, la Iglesia se viste de fiesta para conmemorar a SANTA LUTGARDA, quien descansara en el Señor en un día como hoy del año 1246 en Aywieres, Bélgica. Nacida en el año 1182 en Tongres, Bélgica, fue religiosa cisterciense que llegó a ser una de las más notables místicas de los siglos doce y trece. Desde 1827 sus reliquias se veneran en la Iglesia parroquial de Bas-Ittre, en Brabante, Bélgica. Unidos pues a esta Iglesia, brindemos nuestro vivo aplauso a Santa Lutgarda.


Meditación

QUERIDA SANTA LUTGARDA: tu nombre significa "la que protege a su pueblo". Naciste en el seno de una humilde familia. A los doce años de edad fuiste encomendada a las monjas benedictinas del convento de Santa Catalina, no por piedad, sino porque el dinero para tu dote había sido perdido por tu padre en un mal negocio. Era la costumbre de la época... Eras bonita y te gustaba divertirte sanamente. No aparentabas vocación religiosa por lo que en el convento vivías como una especie de pensionista. Pero un día sucedió algo inesperado: mientras hablabas con unas amigas tuviste una visión de Nuestro Señor Jesucristo que te mostraba sus heridas y te pedía que lo amases sólo a Él. Desde ese momento descubriste tu amor por Jesús y empezaste amarlo como tu Prometido. Muchos no creyeron en tu vocación. Pero con el pasar del tiempo tu devoción al Sagrado Corazón fue creciendo, a tal punto que compartiste con él su sufrimiento cuando meditabas sobre su Pasión. En esos momentos aparecían sobre tu frente pequeñas gotas de sangre. Este amor se extendió también a todos los demás y sentías como propios los dolores ajenos. Tuviste también el don de la curación de enfermos, de profetizar, de entender las Sagradas Escrituras. De gran humildad, te quejabas solamente de no poder responder debidamente a las gracias del Señor. Después de vivir doce años en el Convento de Santa Catalina, sentiste la inspiración de abrazar la regla Cisterciense, que es más estricta. Ingresaste entonces en el Cister de Aywieres. Once años antes de morir perdiste la vista y aún así ayunabas severamente. Y el sábado anterior a la Santísima Trinidad dejaste este mundo confiando únicamente en Dios.
Radio Vaticano

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