Tuesday, August 26, 2008

Algo para pensar y orar en esta semana


Qué significa el desierto en la historia del pueblo de Israel, de Juan Bautista, del mismo Jesús?


No era un destino, sino que un lugar para viajeros que caminan hacia un destino, viajando a una nueva vida. Jesús había ido al desierto como un joven nazareno, un carpintero desconocido, con 30 años de vida en el seno de su familia.


Después del desierto, volvió a Galilea con el Poder del Espíritu Santo, y comenzó a predicar. Se volvió una figura pública en poco tiempo; pero amaba retirarse al desierto o la montaña y ahí recargar sus energías con la oración.


Avanzó en su vida como cualquiera de nosotros, sin seguridad de lo que podía sucederle. Su vida fué moldeada por el Espíritu que lo impulsaba; pero también formada por los accidentes de su vida, el entusiasmo de alguno de sus seguidores y la resistencia de otros.


Tenía la percepción sobre hacia donde Dios lo llamaba ("He sido enviado a traer fuego sobre la tierra" Lucas 12:49), y sobre la alegría de su vocación ("Mi alimento es hacer la voluntad de Aquél que me ha enviado" Juan 4:34).


Luego de la tranquila vida en Nazaret, su vida pública fué tumultuosa. Si debemos hacer justicia a su humanidad, debemos aceptar que no sabía lo que le sucedería luego: sólo que eso era adonde Dios quería que estuviera.



La mayoría de nosotros podría señalar un "segundo llamado" similar, aunque no podamos entenderlo en esta forma. Un segundo caminar, como éste, no es una decisión fácil. Significa abandonar la seguridad de que hemos disfrutado, y caminar sin saber dónde nos dirigimos. Iríamos buscando la luz que nos envíe el Señor, como John Henry Cardinal Newmann lo expresó:

Guíame, luz amorosa, a través de la oscuridad que me envuelve, guíame hacia adelante! La noche es oscura, estoy lejos de casa; guíame hacia adelante!



Espacio Sagrado

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