Sunday, August 03, 2008

La homilía de Betania EL PAN DE GÜEÑES

Por José María Maruri, SJ


1.- De esto ya hace muchos años, pero merece la pena contarlo. Estando refugiados en Güeñes --es un municipio de la comarca de Las Encartaciones ,Vizcaya, País Vasco, España-- el año 37, un día con el tío Juanjo, subimos a Galdames a conocer al tío Samuel, fueron varias horas de subida monte traviesa (hoy hay carretera, claro), y al fin salió a nuestro encuentro un maravilloso aroma a pan recién cocido y al poco apreció el caserío a y a su entrada un horno de piedra en que cocían unas hogazas para festejar a los maquetos (**).


Aroma como el del pan recién hecho no lo hay en este mundo, y lo dudo en el otro. Pues el evangelio de hoy huele a pan recién hecho, no e viejo correoso que traían los discípulos con ellos, sino ese nuevo pan que salía de las manos del Señor, o mejor de su corazón lleno de compasión por la gente.



2.- Despide a la gente, es lo único que se les ocurre a los miles, despídelos, quítamelos de encima, que bastante tengo yo con mis problemas para acarrear sobre mis hombros los de los demás. Es nuestra actitud ante tantas batallas perdidas antes de comenzadas.

--¿Qué podemos hacer contra el hambre de las tres cuartas partes de la humanidad?

--¿Qué se puede hacer contar el terrorismo, que asola al mundo entero?

--¿Qué fruto darán todo lo que se hace por la paz de los pueblos si apenas acabada una guerra empieza otra por los intereses inconfesables de muchas naciones, ara vender su armamento?

--¿Quién puede hacer cara a los traficantes de droga que manejan cantidades muy superiores al presupuesto anual de algunas naciones?

--¿Cómo defender a nuestros jóvenes contra la increencia y la inmoralidad que se mete en nuestras casas a través de los medios de comunicación tan bien concertados?


Despídelos, porque no tenemos más que cinco atrasados panes y dos peces, que ya huelen a viejo.



3.- Jesús no se arredra, dadles vosotros de comer, dádmelo a mi, ponedlo en mis manos y o os lo devolveré centuplicado, solo lo que no se da se pierde. Lo que se da se multiplica, solo el que cierra la mano queriendo defender la moneda que tiene e ella, se queda con esa sola moneda, sino se la roban o se devalúa. El que abre su mano y da, vuelve a recibir, ero siempre que sea para dar. Si das recibes, si te lo quedas lo pierdes.


Esta es mi experiencia de niño, el abuelo Pepe, me dio un día una peseta, y yo en una corazonada de niño, se la di a un ciego en la esquina de Zorrilla y Marques de Cubas, y volví a casa con las manos vacías, pero contento el, y el abuelo, de puño cerrado como buen gallego, sin saber nada de mi hazaña, me volvió a dar otra peseta, ¿se le había olvidado que ya me había dado otra? No lo sé pero eso me confirmó en que sólo el que da recibe. Y más tarde en mi vida lo he experimentado.


Dadle vosotros de comer, vamos a empezar a hacer algo con el poco pan atrasado que tenemos, y que dejamos al Señor multiplicarlo en pan nuevo y oloroso como el del horno de Galdames.
(**) Los vascos llaman maquetos a los de la meseta castellana y por extensión al resto de los españoles

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