Sunday, August 03, 2008

La homilía de Betania: ¿QUÉ HUBIERA SUCEDIDO?

Por Gustavo Vélez, mxy


“Los discípulos dijeron a Jesús: Ya es muy tarde. Despide a la multitud para que vayan a las aldeas y compren de comer. Jesús les replicó: Dadles vosotros de comer”. San Mateo, Cap. 14.


1.- ¿Qué hubiera sucedido si aquel día las cosas ocurren al revés? Supongamos que Jesús, quien según san Mateo buscaba por esos días “un sitio tranquilo y apartado”, no sintió lástima de tantos pobres y enfermos que le seguían. Acostumbrado a contemplar tanta miseria, tenía además en su agenda compromisos más urgentes.


Supongamos también que los apóstoles no advirtieron el hambre de la gente, pues guardaban consigo suficientes provisiones. Que no colaboraron con el Señor, presentándole cinco panes de cebada y dos pescados, traídos por un muchacho en su alforja. Que el hijo de esa madre previsiva no hubiera renunciado con generosidad a su merienda. Que los discípulos se hubieran ahogado en el problema sin buscarle solución oportuna...


Resultado: Una multitud – cerca de cinco mil hombres, fuera de las mujeres y los niños, en el texto de san Mateo - que regresa a sus aldeas hambrienta y descorazonada. Cualquier semejanza de esta hipótesis con situaciones actuales que nos rodean no es mera coincidencia.



2.- Nos toca entonces a los cristianos obedecer diariamente al Señor: “Dadles vosotros de comer”. Lo cual haremos apoyados en el poder de Jesús, quien multiplica diariamente el bienestar y el alimento: “Mandó Jesús a la gente que se recostara en el hierba. Tomó los panes y los pescados, pronunció la bendición y se los dio a sus discípulos para que los repartieran. Y todos comieron hasta saciarse”. Los evangelios consignan seis veces este acontecimiento. San Mateo y san Marcos lo incluyen repetido en sus relatos, con pequeñas variantes. Pudo ser que ocurrió en diversas ocasiones. O bien que las fuentes llegaron duplicadas a la redacción de los evangelistas.


Sin embargo, cada vez que alguno de nosotros comparte el pan con los necesitados, podemos añadir una página nueva al Evangelio para contar otra multiplicación. Ese día el amor de Dios vuelve a hacerse realidad, por el ministerio de nuestras manos. Se vuelve historia.



3.- Buena enseñanza para los gobernantes, presidentes de empresas, gerentes, miembros de juntas directivas, banqueros e industriales. Pero también para nosotros los del común. A todos se nos ofrece la ocasión de ser generosos, o egoístas. De compartir, o de acaparar.


Para repetir el milagro de Jesús no es necesario fundar una ONG. Basta abrir el corazón y extender las manos. Llega de improviso el momento en que yo tengo provisiones y otro hermano tiene hambre.


Es claro que en este ejercicio se presentan engaños, mentiras, e impredecibles dificultades. Buscaremos entonces que nuestra caridad sea constructiva y no meramente asistencial. Pero que nuestro amor sea parecido al de Cristo, verdadero y eficaz: “Dadles vosotros de comer”. Por lo demás, convenzámonos de que el hambre no existe meramente en los informes de simposios internacionales, o en las estadísticas de la FAO. Existe y duele en la anatomía de muchos hermanos nuestros, aquí y ahora, bajo el mismo sol y a pocos metros de mi despensa.



4.- ¿Cómo podremos entonces descansar satisfechos en una cama tibia, si ese día no hicimos algo evidente y concreto por socorrer a los necesitados? Que el Ángel de los Insomnios nos asista.

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