Cuando Juan el Bautista supo desde su prisión, lo que Jesús estaba haciendo, le envió un mensaje con sus discípulos preguntándole: "¿Eres Tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?" (Mateo 11:2,3). Nos conforta esta lectura. Juan el Bautista, el hombre poderoso y austero y respetado por los judíos, tenía también sus momentos de oscuridad. Preso en la mazmorra de Herodes, se preguntaba: "¿No seré un tonto? ¿Es esto todo lo que hay? ¿Estaba equivocado con Jesús?". No se queda dándole vueltas a sus dudas, sino que envía mensajeros a Jesús. Jesús no le responde directamente; sólo le pide a los mensajeros que abran sus ojos y vean la evidencia en la vida de Jesús.
Señor, en mis momentos de oscuridad, que yo pueda llenar mis ojos Contigo. ¿Eres Tú, Señor? He apostado mi vida por Tí. No espero a nadie más. Políticos, gurús y celebridades vienen y se van, con promesas y nuevas soluciones; pero yo me quedo Contigo. Me muestras cómo hacer este mundo mejor, enfrentando el sufrimiento y la enfermedad, y alcanzando a los desposeídos. En mis dudas y dificultades llenaré mis ojos con la visión de Tí, Tu Persona y Tus Obras.
Espacio Sagrado
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